La Caída del Dragón y del Águila

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Libro del escritor y militante humanista Javier Tolcachier




Descripción

Predecir, adivinar, ha sido desde siempre un oficio tan importante como arriesgado. Así como en las primeras comunidades humanas la sabiduría del hechicero era ley, el poder de vaticinar lo no acontecido, por su manifiesta suprasensorialidad, convertía a sus portadores de todas las épocas en personas especiales, dignas de reverencia, pero también de castigo si lo predicho no coincidía luego con los hechos. De este modo, según el rigor del caso, la mofa, el escarnio público, el destierro o la más espantosa y atroz muerte eran la recompensa que los poderosos reservaban a aquellos valientes cuyas videncias no se ajustaban a lo que se veía luego o acaso a lo que se quería ver, mientras que grandes honores y placeres eran ofrecidos a los que con sus servicios, eran indispensables en tanto útiles a la preservación de aquellos gobiernos. Por lo cual seguramente los verdaderos futurólogos bien habrían de callar si veían que el resultado de su predicción incluía como premio la propia ejecución. Este libro pretende develar qué podría ocurrir en el corto plazo con aquellos imperios a los que alegóricamente se ha dotado de alas de Dragón y Águila. Aún en el error o casi seguro fracaso de tal empresa, el trabajo contiene la virtud de ser útil para el estudio y la valoración de relaciones quizás desconocidas al lector, imprescindibles por otra parte para comprender la íntima estructura de aquellas entidades hoy llamadas China y Estados Unidos de América. Tratándose de augurios – predicciones que realizaban los sacerdotes romanos basándose esencialmente en el comportamiento de ciertas aves – sobrevolaremos entonces la futura decadencia del Dragón y del Águila.

Contenido

Prefacio

Un punto en el océano del tiempo
Este libro ha sido escrito en tiempos en los que el tiempo suele ser imaginado como una línea que transcurre hacia adelante y en sentido infinito. El punto de inicio de la línea es siempre el momento escurridizo del presente. Increíblemente, la secuencia elimina de inmediato la vigencia de toda vivencia inmediatamente anterior, como si una tinta invisible borrara la actualidad de lo que sucede, dejando sin embargo trazos firmes en nuestra memoria.
Pero aunque en este tiempo ya se sabe que el tiempo no es esa linealidad escolar y abstracta, este conocimiento no adquirirá vigencia plena hasta tanto no halle su justo lugar en los anaqueles de creencias que sustentan a cada época.
Por ello, para ajustar este libro a las normas del período en que fue elaborado, fijaremos la fecha en que encontró su punto final. De esta manera, disiparemos toda bruma que pudiera eximirnos de los errores que ciertamente cometeremos en el intento de anticipar hechos que aún no sucedieron.
En todo caso, aceptamos con gesto alegre el reto de transportarnos a través del tiempo libremente.
Febrero 2012



Primera Parte:

En algunos miles de Primaveras y Otoños
  • Sobre el rumbo de las nubes
  • Una bola china en cada columna del ábaco
  • De quienes se dice que nueve de cada diez son iguales y el décimo, cincuenta y seis veces distinto
  • La fuerza de la huella del pájaro
  • El Maestro que nunca habló de milagros, violencia, desórdenes o espíritus
  • Lazos de familia resistentes como las fibras de la seda
  • De quienes conociendo lo conocido querían conocer lo desconocido
  • La Jaula del Dragón
  • El Nacimiento del Dragón y del Águila
  • El Águila de Dos Cabezas
  • Del tiempo en que el mundo se extendió, volviéndose cada vez más pequeño
  • En busca de otros espacios
  • De cuando el Dragón tuvo que enfrentar al Águila
  • El Dragón ha muerto, ¡viva el Dragón!
  • De la vertiginosa mutación de las polaridades
  • El Dragón acude en auxilio del Águila moribunda

Segunda Parte:

La caída del Dragón y del Águila
  • Un oficio antiguo y riesgoso
El plano mayor
  • Entre vientos y tormentas
  • El huracán tecnológico
  • En medio del ciclón del encuentro y la extrañeza
  • Urbanos...
  • ... y Ancianos
  • De la difusión y la confusión
  • Mareas y tormentas de religiosidad
  • Lo que traen los Ecos
  • El Feudalismo empresarial y la Corpocracia
  • La promiscuidad geopolítica
  • El Yin que avanza
  • Cuando los jóvenes sean viejos y los viejos jóvenes
El plano medio
  • En relación a las relaciones
  • Entre la ausencia y la omnipresencia
  • El Águila depredadora
El plano menor
  • En las vísceras del Dragón
  • Del abismo que crece mientras más la montaña se engrandece
  • Si eres ciego al tiempo no verás el foso
  • De cuando el Dragón muda la piel
  • De quienes estando fuera, preferirían estar dentro
  • De quienes estando dentro, preferirían estar fuera
En las entrañas del Águila
  • Out of order
  • Armérica
  • Tráfico de sueños
  • Economía de guerra
  • El casi perfecto triunfo de la degeneración
Little Kids
  • La caída del Dragón y del Águila
  • El horizonte y el valor central
  • En los años anteriores al del Cerdo
  • La revuelta de los barbijos

Volví a China unas dos décadas después de aquella ocasión en la que fuimos deportados “por promover actividades ligadas a la expansión de una organización no legalizada”.
En aquella primera incursión al gigante oriental, había viajado junto a mi buen amigo Daniel con el objetivo de expandir las ideas del Humanismo Universalista en aquellas tierras, propósito que ciertamente no contó con el beneplácito de la autoridad comunista y de sus ejecutores, la policía política.
En esta segunda oportunidad – y removidas las trabas de visados luego de la caída del viejo régimen - llegamos nuevamente juntos a estas tierras, pero ya no era necesario “expandir una organización ilegal”, ya que ésta había comenzado a sumar miles de nuevos amigos chinos, que veían en el Humanismo la continuación creativa de lo mejor de aquella Civilización.
Nuestra tarea en esta oportunidad era mucho menos trascendente y consistía en una investigación de campo acerca de antecedentes de la Alquimia y de la Disciplina Mental entre los taoístas chinos, con la intención de verificar si había trazas de procedimientos que hubieran producido importantes transformaciones internas en aquellos que se ocupaban de esas materias. Además interesaba pesquisar, al menos someramente, algún desarrollo del Budismo Chang (Zen en su versión japonesa), no sólo en su componente historiológica o filosófica, sino también y sobre todo en referencia a las prácticas y las intuiciones relacionadas con la búsqueda de estados de conciencia inspirados y trascendentes del “yo” habitual.
La pareja de antropólogos que nos vino a recibir al aeropuerto y nos hospedó luego, se mostró tan solícita y amable como habíamos recordado siempre a nuestros primeros amigos chinos. De más está decir que casi nada resultó como lo había profetizado. Las cosas habían salido finalmente bien, pero los sucesos no habían sido tan idílicos como en la fábula relatada.
El conflicto entre el Águila y el Dragón llegó casi al punto – hacia mediados de la década del 2010 – de desembocar en una confrontación armada abierta, que hubiera ocasionado sin duda millones de muertes. Las corporaciones de EEUU no se resignaban a perder el poder mundial geopolítico y económico y lo que China les ofrecía – llamado oportunidades de negocios - aparecía como una pobre compensación, indigna de la condición imperial. La deuda financiera con los orientales era aún enorme, lo cual generaba tensiones en ambos lados. Por otra parte, la sola masa específica del Dragón – multirelacionado ahora mundialmente – era en sí misma una amenaza y una desventaja para América en cualquier campo donde fuera necesario competir, o sea en todos.
Pero también estaba claro, que a pesar de todo el poderío militar con el que el Águila contaba, China no era un punto como cualquier otro a invadir y someter sin más. El Dragón – conciente del adversario real - había invertido también sumas impresionantes en armarse para disuadir un escenario que consideraban poco probable pero no imposible.Por otra parte, la dinastía gobernante necesitaba contar con el Ejército para también diluir cualquier intento de inestabilidad interna, habida cuenta que la gente se había vuelto poco paciente y de algún modo, levantisca e irreverente. Para ello, nada mejor que invertir buenos dineros en mantener contenta a la milicia.
Por suerte no se llegó a la guerra directa, pero el conflicto escaló por diversos frentes.
El mundo parecía haberse tornado nuevamente bipolar, aunque sólo lo parecía. El alineamiento no fue como lo había sido en la segunda mitad de siglo anterior, pero una gran cantidad de países intensificó su relación con el Dragón en razón del beneficio que ello generaba al menos en el corto plazo para sus dependientes economías. China ofrecía no sólo inversión y préstamo sino también compraba a manos llenas materias primas, energía y alimentos. Y no sólo eso, sino que muchos lugares comenzaban a forjar con el Dragón tratados de cooperación en materia de transferencia tecnológica, lo cual significaba una estocada al corazón de la estrategia de dominancia trazada por EEUU y Occidente para recuperar la preeminencia y el control. Más allá de lo tangible, China permitía a muchos pueblos - afuera de sus fronteras, por supuesto - una renovada altivez, superando el oprobio sufrido a manos del Águila.
Pero la gota que estuvo a punto de rebasar la paciencia y producir la furia insensata de las legiones, fue cuando algunos gobiernos europeos, en teoría aliados, vieron en el progreso material chino su propia puerta de escape de la situación complicada en la que habían caído.
Así las cosas había que dar una lección a propios y ajenos, al menos de manera indirecta. Un objetivo evaluado sería Irán, quien no sólo era el tercer principal abastecedor de petróleo de China, sino que también evacuaba gran parte de su crudo hacia Europa. El problema, sin embargo, era que el precio internacional seguiría subiendo, lo cual afectaba de manera dispar a las distintas corporaciones en USA.
Además era impredecible saber cómo reaccionaría el ya convulsionado mundo árabe.
Otra posibilidad era forzar el enfrentamiento entre ambas Coreas, en las mismas puertas del Dragón, pero esto equivalía prácticamente a declararle la guerra a China. Por otro lado, era difícil que el ahora económicamente bien posicionado pueblo surcoreano se aviniera al sacrificio y la destrucción que aquello produciría.
Desde el punto de vista del ajedrez geopolítico, el aliado imprescindible que se necesitaría en todos los casos para una acción militar cuyo objetivo indirecto fuera el Reino del Medio, era Rusia. Ella era la enemiga histórica del Dragón, sus pueblos esteparios los que habían logrado dominar al imperio durante las dinastías Yuan y Qing.
Sin la anuencia y colaboración rusa cualquier acción estaba destinada a fracasar. El problema era que el Águila bicéfala tampoco quería verse arrastrada a semejante situación. Salvo que se sintiera efectivamente amenazada desde el Sur.
Pero esa región estaba ya muy recalentada por la presencia de las huestes norteamericanas en Afganistán y las bases en Kyrgyzstan, Uzbekistán y Tayikistán. La posibilidad a observar era un país por la época en ascenso pero que en realidad era un polvorín en ciernes: Kazakhstan. Gobernado por un antiguo funcionario de la época soviética devenido en padre de la Patria – y por tanto renuente a abandonar rápidamente la escena central de la política –, este lugar había aprovechado sus buenas reservas de petróleo y gas para crecer económicamente. La manifiesta trilateralidad que exhibía su política exterior, intentando mantener buenos lazos con el Dragón y ambas Águilas, operaba como un tapón de seguridad entre Norte y Sur (Rusia y el mundo musulmán) y entre Oeste y Este (la puerta de entrada de la antigua Ruta de la Seda entre Occidente y China). ¿Qué pasaría cuando Nazarbayev muriera o dejara el poder y su sucesión se revelara complicada?
La complejidad era manifiesta y eso salvó al mundo de que el acertijo desembocara en un conflicto de proporciones mayúsculas. Rusia prefería que USA hiciera el trabajo que ella no había podido completar en el mundo tribal y montañoso del indomable Afganistán, intentando cortar las mil colas de la radicalización islámica pero también quería que con ello terminara la presencia del Águila en esa región. Así las cosas, no sería posible contar con la antigua enemiga de la Guerra Fría para una nueva Guerra caliente en contra de los intereses chinos.
Por ello, el Águila – pese a toda las tendencias bélicas que pugnaban en su interior en dirección a nuevos conflictos - tuvo que contentarse con aumentar la presión política sobre un régimen que parecía invencible y lo hizo de diversos modos, sobre todo revolviendo internacionalmente en la herida que generaba la exportación china a la producción nacional en la mayoría de los lugares – incluyendo por supuesto el propio territorio. La globalización había quedado atrás y el proteccionismo, con sus habituales ataques y contraataques, comenzó a dominar la esfera mundial. Este escenario no era sorpresivo para el Dragón, quien tiempo atrás había comenzado a intentar balancear sus modalidades económicas para resistir – si fuera el caso – algún descenso posible en su agresivo sistema exportador.
EEUU aumentó además su apoyo a grupos contestatarios pro democracia, al tiempo que alimentaba a facciones autonomistas a fin de aumentar las posibilidades de secesión (o rebelión) territorial en Tibet, Xinjiang y Mongolia Interior, lo cual hizo que el conflicto subiera de punto con las declaraciones del gobierno chino que lo acusó de intervencionismo abierto. En todo caso, habida cuenta de la creciente dificultad de instalar nuevas invasiones con consenso en Naciones Unidas, el Águila tuvo que contentar (y dar trabajo) a sus tropas con patrullajes, instalaciones y menciones amenazantes. Más allá de la batería de usuales (e inútiles) tareas, una inteligente medida fue aprovechar parte de las tropas en situaciones de emergencia, como inundaciones o terremotos.
En cuanto al ataque contra el “brutal” expansionismo chino (como fue calificado por los medios de la época, asesorados sin duda por algún estratega publicitario de la Casa Blanca), esa táctica tuvo su eficacia pero un efecto finalmente distinto al deseado. El consejo fue aprovechado en un contexto multilateral apareciendo un escenario mundial con múltiples y fortalecidos actores que tampoco querían ver fagocitadas a sus industrias por el fuego del Dragón. Rusia, Brasil e India asomaban con gran presencia y distintos ejes regionales cobraban también cada vez mayor fortaleza.
En ese ambiente emergió lo que muchos analistas comenzaron a llamar la “segunda independencia” a nivel mundial, en la cual la balanza ya no se inclinaba hacia una u otra superpotencia, sino que tendía a distribuirse entre los distintos pueblos que con conciencia soberana se incluían en alianzas regionales y reclamaban sus derechos en el panorama internacional.
Algunos de los hechos que se sucedieron en este clima fueron muy destacados.Creció el repudio hacia el intervencionismo militar, ampliándose el consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a 10 miembros, el cual ya no otorgó consentimiento alguno para invasiones armadas. Aprovechando además el enorme déficit de EEUU (y su abultada deuda con la organización) se reestructuró el esquema de las Naciones Unidas, moderando la influencia relativa norteamericana en sus decisiones a través de su financiamiento.
Desde las mismas Naciones Unidas y a través de rondas de negociación finalmente eficaces patrocinadas por la Unasur, la UnÁfrica (que comenzó a funcionar casi a finales de aquella década) y el Asean, se elaboraron dictámenes vinculantes acerca de medidas ecológicas tendientes a disminuir el nivel de contaminación al tiempo que se creó un fondo de compensación histórica, para financiar mejoras infraestructurales en países menos desarrollados tecnológicamente.
Por presión de las mismas regiones, se estableció que las instituciones ligadas a la especulación financiera no colaboraban con el bien público y se las sometió a un régimen impositivo tal que permitió que gran parte de los inversionistas regresaran sus ahorros a los circuitos productivos. Por cierto que la especulación con materias primas y alimentos quedó prohibida y fue alejada de los recintos bursátiles, en razón del efecto inflacionario desestabilizante que había desatado.
Las regiones habían operado con efectos significativos y en ellas se había comenzado a perfilar una identidad fusionada que – en algunos casos – había efectivamente derribado las anteriores fronteras administrativas. La renovada conciencia de la propia soberanía y de la novedosa paridad entre naciones se trasladó consistentemente al interior de las sociedades y el derecho de optar por una u otra forma de gobierno llevó a la realización de plebiscitos y reformas políticas en las que una nueva generación participó de manera entusiasta.
Así, el Dragón tampoco pudo sustraerse a la ola de libertad y – en vista de que su gente ya no se contentaba sólo con la modernización, sino que exigía la democracia - cedió de manera parcial y liberalizó el sistema de gobierno, concediendo elecciones populares libres en cada provincia, pero sin ceder en la conformación del gobierno central, cuestión que tampoco demoraría mucho en cambiar por la presión del propio esquema federativo.
El Águila comenzaba también por la época a demoler sus arsenales nucleares y a desmantelar progresivamente su fuerza ofensiva, como parte del cambio que una nueva generación de dirigentes había iniciado, comprendiendo la inutilidad de continuar pateando coces contra el aguijón de un mundo que ya no aceptaba primado alguno.
Tomando un té frío, charlábamos con Daniel sobre todo esto y una y otra vez surgía en nosotros aquella conmoción que siempre había suscitado la afirmación de una realidad mental como fuente de toda posterior concreción en el mundo.
Riéndonos de viejas anécdotas que mi interlocutor continuaba refiriendo con un humor sin igual, recordando con alegría a nuestro muy presente Maestro Silo, nos quedamos observando en aquella terraza con placer el paisaje humano maravilloso, siempre azaroso y desconocido, previo a emprender nuestra próxima aventura.


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