Separatismo

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(der. de separar y éste del lat. separare). Doctrina y movimiento político que propugna la separación de algún territorio para alcanzar la independencia de su población o anexarse a otro estado.

Expresa la voluntad hacia la autodeterminación nacional cuando son pisoteados los derechos de las minorías étnicas, religiosas, culturales, etc., o cuando empeoran las condiciones económicas en determinadas regiones del país, lo que es acompañado comúnmente con violaciones de los derechos humanos y arbitrariedades de todo tipo. Cuando este afán de autogobernarse es aplastado por la fuerza se engendra, generalmente, la reacción por parte de los oprimidos. Así surge el círculo vicioso de las violencias recíprocas, como sucede en Chechenia, en Kurdistán, en el País Vasco, en Córcega, en Irlanda del Norte, en el Tibet, en Yucatán y en otros lugares del mundo de hoy.

Un caso importante en la generación de conflictos separatistas lo constituye el burocratismo y las arbitrariedades administrativas del poder central respecto a los puntos afectados.

Se presenta un fenómeno de distinta naturaleza cuando un determinado punto, o región, o provincia de un país, toma distancia del resto en razón de su desarrollo más acelerado. El s., en este caso, no mediando la inequidad ni las trabas burocráticas, refleja la ambición de ciertas capas de la población por constituir su propio poder aislándose del conjunto. No puede descartarse tampoco la acción de las camarillas oligárquicas que tratan de liberarse de un conjunto, o de anexionarse a otros países en beneficio de ellas mismas.

El problema es delicado y exige un amplio debate quedando en manos del pueblo la decisión final. Ésta se alcanza por el plebiscito transparente y no por simple resolución de la dirigencia ocasional del punto separatista. En todo caso, debe preverse también un conjunto de acuerdos con la minoría plebiscitaria que ha sido arrastrada a la separación.

El Nuevo Humanismo. condena el etnocidio, el genocidio y la represión, se pronuncia por el reconocimiento de la autonomía cultural de las minorías y considera que el círculo vicioso de la violencia puede ser roto por medio de la elevación del nivel de vida, la eliminación de las zonas de pobreza, la modernización de regiones y países atrasados, el respeto de los derechos humanos, la desburocratización y la democratización. De cualquier manera, este fenómeno tiende a desarrollarse en el proceso de desestructuración de los estados nacionales del mundo actual y puede tomar otro curso únicamente si se va poniendo en marcha el sistema federativo real en el cual las regiones afectadas dispongan de autonomía y soberanía. La concepción del federalismo real en reemplazo de los estados nacionales choca todavía con la sensibilidad de amplias capas de las poblaciones. No obstante, las nuevas generaciones cuentan hoy con la percepción de los conflictos que crea la centralización del estado nacional.