Desocupación
(del lat. occupatio, -onis, con prefijo nominal des- del lat. dis, que, en este caso, indica lo contrario). Falta de ocupación, ociosidad involuntaria. Es un fenómeno social propio de todas las sociedades y culturas, con muy pocas excepciones, provocado por calamidades naturales o sociales. Una parte de la población apta para el trabajo no encuentra la manera de obtener ocupación socialmente necesaria y recibir su parte del producto social para mantener su subsistencia y la de sus familiares incapaces para el trabajo. Esta situación injusta surge cuando el ser humano no tiene acceso a los medios de producción y no puede adquirir por cuenta propia conocimientos y habilidades que le permitan realizar sus capacidades. En la sociedad agropecuaria emerge como resultado del monopolio de los propietarios sobre la tierra laborable, pastizales, ganado y fuentes de agua. En la sociedad industrial se da con las llamadas crisis de sobreproducción.
En los estados democráticos con legislación laboral avanzada existen servicios de registro y fondos sociales de desempleo, cuya función es pagar un seguro mientras los desocupados buscan trabajo. También hay instituciones de recapacitación que permiten adquirir una nueva profesión u oficio para trabajar. Estas medidas estatales y prácticas sindicales contra la d. alivian la situación de los desocupados, pero no pueden acabar con el flagelo.
Además de las formas de d. plena, existen otras de d. parcial que se dan cuando los trabajadores no tienen una jornada completa, o se les otorga vacaciones prolongadas con pagos efímeros. En muchos casos las empresas esquivan la legislación laboral contratando mano de obra por períodos cortos para evitar el pago de indemnización, violando así los derechos de los desocupados. Hay otras formas de d. latente, sobre todo en el campo, donde no existen registros ni fondos de desempleo. La subocupación es otro caso en el que se encuentra el trabajador que efectúa tareas diversas y espaciadas, o realiza un comercio de artículos en el que es ayudado en la práctica por la solidaridad pública.
La d. abarca entre 3 y 10 % de la población económicamente activa en los países desarrollados, y entre 10 y 50 % en los países en desarrollo, donde es el mal social principal y la fuente esencial de la pobreza. En las filas de los desocupados (en el sentido moderno de la palabra) no se incluyen las capas marginales de la población y las personas no aptas para el trabajo.