Ensueño, núcleo de
Existen ensueños de mayor fijeza o repetición, o aquellos que, aún variando, denotan un mismo clima mental. La característica principal de este clima es su permanencia. A veces esos ensueños aparecen también en los fantaseos del semisueño y del sueño nocturno, pero denotando un núcleo fijo de divagación que es el que orienta las tendencias aunque el sujeto no lo advierta. Ese núcleo fijo se va a manifestar como imagen y esa imagen va a tener la propiedad de orientar al cuerpo, a las actividades, en una dirección. Ese núcleo de ensueño orienta las tendencias de la vida humana en una dirección que no es advertida por la conciencia.
El núcleo de ensueño puede evolucionar o quedar fijado a una etapa vital, dando lugar a repeticiones de actividades o de actitudes frente al mundo que va cambiando. A ese núcleo no se lo puede visualizar y es experimentado como "clima mental", como "estado" del sujeto que tiene connotaciones fuertemente emotivas; así que de él hay registros pero no imagen, aunque él motiva la producción de numerosas imágenes compensatorias que son las que van a guiar conductas. Cuando el núcleo de ensueño comienza a manifestarse como imagen fija, como arquetipo, comienza a variar pues su tensión básica se orienta ya, a través de la imagen, en el sentido de la descarga. Decimos que ese núcleo pierde efectividad cuando surge la imagen que exactamente le corresponde. La función de la imagen es la de terminar descargando tensiones; por tanto, ese clima de gran fijeza está trasladando sus cargas hacia la periferia.
El núcleo de ensueño puede variar por:
- a) Cambio de etapa vital, ya que su surgimiento está relacionado al de determinadas tensiones, sucediendo que, al pasar a otra etapa vital, las tensiones también se modificarán considerablemente. Las presiones internas que han dado lugar a su nacimiento varían justamente con esos cambios fisiológicos, manifestándose un sistema de climas emotivos diferentes al de la etapa anterior.
- b) Por accidentes o shocks, ya que si accidentalmente varían esas presiones, varía el núcleo cambiando así los climas y consecuentemente las imágenes secundarias. En estos casos la conducta experimenta variaciones importantes. El sistema de autoliberación, desde este punto de vista, tiende precisamente a ir a esas tensiones y modificarlas, haciendo variar a los ensueños secundarios, provocando un cambio en las actitudes frente al mundo.
Las presiones internas que dan lugar al nacimiento del núcleo de ensueño están ligadas al funcionamiento del centro vegetativo, por lo que si existieran técnicas destinadas a producir cambios en el núcleo de ensueño, tales técnicas no podrían ser dirigidas por la actividad voluntaria del centro intelectual ni desde el nivel vigílico (V. Centros de respuesta).