Apuntes de Psicología

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Libro de Silo incluido en el Volumen II de las Obras Completas.


Explicación

Ediciones

Publicado por primera vez


Traducciones

Ha sido traducido en francés, inglés, italiano.


Texto completo: Apuntes de Psicología

Psicología I

El psiquismo

Aparatos del psiquismo

Conciencia

Impulsos

Comportamiento

Apéndice: Bases fisiológicas del psiquismo



Psicología II

Las tres vías de la experiencia humana: sensación, imagen y recuerdo

Interacción de imágenes referidas a diferentes fuentes perceptuales

La aptitud de transformismo de la representación

Reconocimiento y desconocimiento de lo percibido

Imagen de la percepción y percepción de la imagen



Psicología III

Variaciones del espacio de representación en los niveles de conciencia

Variaciones del espacio de representación en los estados alterados de conciencia

Dejaremos de lado las diferencias que clásicamente se establecen entre ilusión y alucinación, para adentrarnos en los fenómenos de los estados alterados de conciencia teniendo por referencia a ciertas imágenes que, por sus características, suelen confundirse con percepciones del mundo externo. Desde luego que un “estado alterado” no es sólo eso, pero es lo que a nosotros nos interesa de él en este caso. Alguien podría, en vigilia, “proyectar” imágenes confundiéndolas con francas percepciones del mundo externo. De esa manera, creería en ellas como creía el durmiente del primer tipo, considerado en el parágrafo anterior. En aquel caso, el soñante no distinguía entre el espacio externo y el interno porque la frontera cenestésico-táctil de la cabeza y los ojos no podía estar emplazada en ese sistema de representación. Es más, tanto la escena como la mirada del sujeto se ubicaban en el interior del espacio de representación sin noción de “interioridad”.

De acuerdo a lo anterior, si alguien en vigilia pierde la noción de “interioridad” es porque el registro divisorio entre lo “externo” y lo “interno”, por algún motivo, ha desaparecido. Pero las imágenes proyectadas hacia “afuera” conservarían su poder trazador impulsando la motricidad hacia el mundo. El sujeto en cuestión se encontraría en un peculiar estado de “soñar despierto”, de semisueño activo, y su conducta expresada en el mundo externo perdería total eficacia objetal. Podría dialogar con personas inexistentes, podría acometer acciones no concordantes con los objetos y con otras personas... Tal situación suele ocurrir en la hipnosis, el sonambulismo, los estados febriles y, a veces, al entrar o salir del sueño.

Seguramente, en los casos de intoxicación, acción de drogas y, por qué no, en determinadas perturbaciones mentales, el fenómeno que permite la proyección de imágenes es correlativo a ciertas “anestesias” cenestésico-táctiles, ya que faltando estas sensaciones como referencias divisorias entre el espacio “externo” y el “interno”, las imágenes pierden “frontera”. Algunas experiencias en cámara de supresión sensorial, muestran que los “límites” del cuerpo (flotando éste en una solución salina saturada y a temperatura de piel, a más de silencio y oscuridad) desaparecen y el sujeto tiene el registro de que sus dimensiones varían. Frecuentemente, advienen alucinaciones p. ej., de mariposas gigantes que aletean ante los ojos abiertos que el sujeto, posteriormente, reconoce como “originadas” en su trabajo pulmonar o en dificultades pulmonares. Se podrá preguntar, de cara al ejemplo: ¿por qué el sujeto tradujo y proyectó como “mariposas” a sus registros pulmonares; por qué otros sujetos en la misma situación no padecen alucinaciones y por qué unos terceros proyectan “balones de gas” en ascenso? El tema de las alegorías correspondientes a impulsos del intracuerpo no puede estar desligado de la memoria personal, que es también sistema de representación. En el caso de las antiguas “cámaras de supresión” (esto es, cuevas solitarias a las que acudían los místicos de otras épocas), también se obtenían resultados satisfactorios, en cuanto a traducciones y proyecciones hipnagógicas, sobre todo si se observaba un régimen de ayuno, oración, sobrevigilia y otras prácticas que amplificaban el registro del intracuerpo. Sobre este particular, son numerosos los escritos que pueblan la literatura religiosa mundial, en los que se da cuenta de procedimientos y en los que se describen los fenómenos obtenidos. Y es claro que, aparte de las visiones particulares de cada experimentador, estaban aquellas que correspondían a representaciones de la cultura religiosa en la que aquél estaba inscripto.

Otro tanto ocurre, a veces, en las fronteras de la muerte. En esas ocasiones, las proyecciones se corresponden con las particularidades de cada sujeto pero, además, están relacionadas con elementos de sus propias culturas y de sus propias épocas. Aún en laboratorio, las experiencias realizadas con la mezcla de Meduna, o hasta con procedimientos de hiperventilación, presión carotídea y ocular, acción de estroboscopio, etc., determinan en muchas personas la aparición de imágenes hipnagógicas con sustrato personal y cultural. Pero el punto importante, para nosotros, está en la conformación de esas imágenes, en la ubicación de la “mirada” y la “escena” en diferentes profundidades y niveles del espacio de representación. En tal sentido, el relato de sujetos sometidos a la acción de cámara de supresión sensorial es casi siempre concordante (aún cuando no se den alucinaciones) respecto a la dificultad de saber exactamente si estaban con los párpados abiertos o cerrados y, por otra parte, a la imposibilidad de percibir los límites del propio cuerpo y del ambiente en el que su cuerpo se encontraba, a más de sentirse “desubicados” respecto a la posición de sus miembros y cabeza. [1]

Pero debemos extraer consecuencias. Entre otras: un ensimismamiento de la representación motriz, o sea, el emplazamiento de la imagen más “adentro” del exigido para “trazar” (como en el ejemplo del teclado puesto “adentro” de la cabeza en lugar de “frente a mis ojos”), impide la acción hacia el mundo externo. [2] Respecto de las “anestesias”, la pérdida de sensación de “límite” entre espacio interno y externo, impide el correcto emplazamiento de la imagen que, en ocasiones “externalizándose”, produce efectos alucinatorios. En semisueño (“sueño despierto” y sueño paradojal), la internalización de imágenes actúa en el intracuerpo. También en situación de “conciencia emocionada” numerosas imágenes tienden a actuar hacia el intracuerpo.


Naturaleza del espacio de representación

No hemos hablado de un espacio de representación en sí, ni de un cuasi-espacio mental. Hemos dicho que la representación como tal no puede independizarse de la espacialidad sin afirmar por ello que la representación ocupe un espacio. Es la forma de representación espacial la que tenemos en cuenta. Ahora bien, cuando no mencionamos a una representación y hablamos del “espacio de representación” es porque estamos considerando al conjunto de percepciones e imágenes (no visuales) que dan el registro y el tono corporal y de conciencia en el que me reconozco como “yo”, en el que me reconozco como un “continuo”, no obstante el fluir y el cambio que experimento. De manera que ese “espacio de representación” es tal no porque sea un contenedor vacío que debe ser llenado por fenómenos de conciencia, sino porque su naturaleza es representación y cuando sobrevienen determinadas imágenes la conciencia no puede sino presentarlas bajo la forma de extensión. Así también podríamos haber enfatizado en el aspecto material de la cosa representada, refiriéndonos a la sustancialidad sin por ello hablar de la imagen en el sentido en que lo hacen la Física o la Química. Nos referiríamos en ese caso, a los datos hyléticos, a los datos materiales que no son la materialidad misma. Y, por supuesto, a nadie se le ocurriría pensar que la conciencia tiene color o que es un continente coloreado, por el hecho de que las representaciones visuales sean presentadas coloreadamente.

Subsiste, no obstante, una dificultad. Cuando decimos que el espacio de representación muestra distintos niveles y profundidades, ¿es que estamos hablando de un espacio volumétrico, tridimensional, o es que la estructura percepto-representativa de mi cenestesia se me presenta volumétricamente? Sin duda, se trata de lo segundo y es gracias a ello que las representaciones pueden aparecer arriba o abajo, a izquierda o a derecha y hacia adelante o hacia atrás, y que la “mirada” también se ubica respecto de la imagen en una perspectiva delimitada.


Copresencia, horizonte y paisaje en el sistema de representación

Podemos considerar al espacio de representación como la “escena” en la que se da la representación, excluyendo de ella a la “mirada”. Y es claro que en una “escena” se desenvuelve una estructura de imagen que tiene o ha tenido numerosas fuentes perceptuales y percepciones de anteriores imágenes. Existe para cada estructura de representación un sinnúmero de alternativas que no se despliegan totalmente, pero que actúan co-presentemente mientras la representación se manifiesta en “escena”. Desde luego que aquí no estamos hablando de contenidos “manifiestos” y “latentes”, ni de “vías asociativas” que llevan a la imagen en una u otra dirección.

Ejemplifiquemos con el tema de las expresiones y los significados en el lenguaje. Mientras desarrollo mi discurso, observo que existen numerosas alternativas de elección que voy tomando no en sentido asociativo lineal sino de acuerdo a significados que a su vez tienen relación con el significado global de mi discurso. Así, podría comprender a todo discurso como una significación expresada en una región determinada de objetos. Es claro que podría llegar hasta otra región de objetos no homogéneos con la significación global que quiero trasmitir, pero me abstengo de hacerlo para no destruir, precisamente, la transmisión de la significación total.

Se me hace claro que esas otras regiones objetales están copresentes en mi discurrir y que podría dejarme llevar por “asociaciones libres” sin finalidad dentro de la región escogida. Aún en ese caso, veo que tales asociaciones corresponden a otras regiones, a otras totalidades significantes. En este ejemplo del lenguaje, mi discurso se desarrolla en una región de significados y expresiones, se estructura dentro de los límites que pone un “horizonte” y se separa de otras regiones que seguramente estarán estructuradas por otros objetos o por otras relaciones entre objetos.

Así pues, la noción de “escena” en que se dan las imágenes, corresponde aproximadamente a la idea de región, limitada por un horizonte, propio del sistema de representación actuante. Veámoslo así: cuando represento el teclado, copresentemente actúan el ámbito y los objetos que lo rodean dentro de la región que, en este caso, podría llamar “habitación”. Pero compruebo que no solamente actúan alternativas de tipo material (objetos contiguos dentro de un ámbito), sino que aquellas se multiplican hacia distintas regiones temporales y substanciales y que su agrupamiento en regiones, no es del orden: “todos los objetos que pertenecen a la clase de...”.

Cuando percibo el mundo externo, cuando cotidianamente me desenvuelvo en él, no sólo lo constituyo por las representaciones que me permiten reconocer y actuar, sino que lo constituyo además por sistemas copresentes de representación. A esa estructuración que hago del mundo la llamo “paisaje” y compruebo que la percepción del mundo es siempre reconocimiento e interpretación de una realidad, de acuerdo a mi paisaje. Ese mundo que tomo por la realidad misma, es mi propia biografía en acción y esa acción de transformación que efectúo en el mundo es mi propia transformación. Y cuando hablo de mi mundo interno, hablo también de la interpretación que de él hago y de la transformación que en él efectúo.

Las distinciones que hemos hecho hasta aquí entre espacio “interno” y espacio “externo”, basadas en los registros de límite que ponen las percepciones cenestésico-táctiles, no pueden ser efectuadas cuando hablamos de esta globalidad de la conciencia en el mundo para la cual el mundo es su “paisaje” y el yo su “mirada”. Este modo de estar la conciencia en el mundo es básicamente un modo de acción en perspectiva cuya referencia espacial inmediata es el propio cuerpo, no ya solamente el intracuerpo. Pero el cuerpo al ser objeto del mundo, es también objeto del paisaje y objeto de transformación. El cuerpo termina deviniendo prótesis de la intencionalidad humana. Si las imágenes permiten reconocer y actuar, conforme se estructure el paisaje en individuos y pueblos, conforme sean sus necesidades (o lo que consideren que sean sus necesidades), así tenderán a transformar el mundo.


Apéndice

Estos comentarios al libro Psicología de la Imagen fueron realizados por Silo en Potrerillos el 9 de noviembre de 1989.


Regiones: Son ámbitos que ponen un punto de vista, diríamos nosotros. Lo que veo de la cosa es lo que ve mi conciencia, pero no es la cosa en sí. La realidad de la cosa se constituye en la conciencia. Pero no constituyo a la realidad. Hay que entender que cuando yo hablo de la realidad, es de la realidad tal cual la ve mi conciencia (no negamos la existencia de la realidad). La conciencia en su representación vuelve a la realidad y la transforma. ¿Cómo lo hace? A través del cuerpo, no lo hace la conciencia sola, en el aire.

Origen de la representación. Husserl estudia cómo piensan los lógicos. Se preocupa del espacio de conciencia, del origen del espacio y que no está ajeno a los actos y objetos de conciencia. Habla de cómo se origina la representación y dice que se hace por regiones y que es por intuición. Intuición es la captación de algo de modo inmediato (no por análisis). No puedo creer en lo que se me presenta de modo inmediato por vía de los sentidos. A nosotros nos ocupa, no el origen del espacio de representación, sino la representación y el espacio donde se da esa representación. La constitución de la representación es espacializada y la representación es espacial, no porque haya espacialidad de la conciencia en sí, sino que se da con la representación.

Introspección: es una descripción hacia adentro de lo mismo que se hace hacia afuera. Por ejemplo, tengo miedo y siento que trabajan mis glándulas sudoríparas. En cambio la fenomenología es la descripción de los fenómenos internos y se observan los mecanismos que sueltan esos fenómenos. Descartes puso en duda la percepción, el trabajo de los sentidos, Pudo tomar por real lo que no se me presenta intermediadamente por los sentidos, sino por lo que se me presenta de inmediato, clara e indistintamente, Si veo esa puerta no puedo tomarla por cierta, y dudo de ella. Lo que es indudable es que pienso en esa puerta y que estoy dudando de ella. Contingencia: a la derecha o a la izquierda, arriba o abajo, siempre en relación a la cabeza, es donde están los sentidos. Habla del punto de vista. El problema de la representación se refiere a que la aprehensión de todos los objetos se da en un espacio. Imagino una taza y hay un acto de imaginar y hay una taza. El acto es la noesis y el objeto el noema. Entremos por donde entremos, sea por el acto, sea por el objeto, en la conciencia son espacializados. Se tenía la creencia que los conceptos abstractos, por ejemplo los de las matemáticas (sumatoria, igualdad, etc.) correspondían a un pensar sin imágenes. Sin embargo, siempre se piensa en algún lugar. Se piensa dentro de sí, no afuera. Se está hablando de espacio. Siempre hay perspectiva y referencia espacial.

Epojé: Suspender el juicio de los hechos por razones metódicas. Nos apartamos por razones expositivas, para hacerlo más fácil. No es negarlo, es ponerlo entre paréntesis. Se hace para observar lo que pasa con el acto del pensar. Suspendo el juicio sobre los “facta”. No niego el hecho, esto es lo que de algún modo hace la ciencia. Ejemplo: “qué linda puerta”, lo dejo entre paréntesis, y me intereso por lo que pasa con los actos del pensar. Un fenomenólogo no puede decir que la puerta es linda, eso no es una característica de la puerta. Antes del microscopio de 2.000 aumentos, intuían el núcleo de la célula pero lo pusieron entre paréntesis hasta que lo vieron en el 1.700 cuando se perfeccionó el microscopio.

Psicología post husserliana: la Gestalt sale de la fenomenología, Keller también impacta en el estructuralismo filosófico. Que Husserl no haya considerado el espacio de representación, lo entendemos porque su preocupación era filosófica y no sicológica. Pero que no lo hagan los sucesores en psicología, no se explica.

Umbrales: entre el infrarrojo y el ultravioleta. Hay una actividad normal, una vibración, del sentido y al variar esa actividad o tono normal se produce la estructuración. Se estructura eso que hace variar la actividad normal. Para definir la sensación, la psicología ingenua apela a la percepción. Y luego te dice que la percepción es suma de sensaciones. Ojo: es totalmente ridículo. Hablan de “experiencias perceptibles” y no han dicho qué es la percepción. A la imagen la definen como un derivado, como un reflejo.

La sensación: Proviene de un sentido.

La percepción: estructura–participan varios sentidos. Cuando en fenomenología se ponen guiones entre las palabras, o comillas, es porque se trata de una estructura, no se puede sacar ni una palabra. La conciencia es un modo-de-estar-en-el-mundo, no hay conciencia-en-sí. Es el estar expectante, el estar atento. NO hay conciencia sino “estando”. No puede darse sino en el mundo. Por ejemplo, la apercepción es un estar aperceptivo. No hay conciencia sino de algo. La conciencia está comprometida con la sensación, con la imagen, etc. incluso el “sin querer” es un modo de esta, comprometido con el “sin querer”. La conciencia no puede sino darse en estructura. Cuando estoy imaginando un objeto, la conciencia es un compromiso que se aferra a lo que estoy imaginando, no es algo neutro.

Los sicólogos han dicho que la imagen es pasiva y que es una síntesis pasiva de una sumatoria de agregados (visión atomística). Nosotros decimos que es una estructuración activa, una síntesis por su forma de trabajo. Son concepciones distintas del ser humano. Una antropología del ser humano distinta, que tiene consecuencias muy distintas. Hasta la educación cobra un sentido muy distinto: la pasividad de la imagen posibilita “inculcarle” a los niños cosas, comportamientos; de esa concepción deriva toda una pedagogía, una técnica pu8blicitaria, etc., donde se manipula a la gente. Tienen éxito hasta que la gente se caga en lo establecido y empieza a discutirse todo. El momento en que uno vive es muy sugestivo, muy hipnótico. En el momento de la Edad Media, por ejemplo, se pensaba que no había salida, que no había forma de transformar las cosas. La descripción que hacía Sartre o Kolnay no es mala pero es insuficiente porque no tiene en cuenta la historicidad de la representación (“reconocimiento” de lo peligroso). Para que lo peligroso actúe, primero tengo que reconocerlo como tal (experiencias anteriores, historicidad de la conciencia). En segundo lugar, cuando se pone en marcha una representación de los registros cenestésicos y llega a ocupar el lugar central del espacio de representación, el peligro está en mí. Uno escapa de sí mismo, de esa imagen que está adentro, de ese registro como el culo que se tiene del propio cuerpo. Uno se escapa de él, o se desmaya: deja al cuerpo y se va. Y si decide sobreponerse (porque no escapa del peligro ya que no hay real peligro, pues están los barrotes). Lo mismo sirve para el ejemplo del vómito: se vomitan los contenidos (el deshollinador de la catarsis). Al modificarse el emplazamiento de la imagen, se modifica la conducta.

El acto reflejo de sacar la mano del fuego es otra cosa. Ni siquiera se pasa por el sistema nervioso central, es un acto de la médula. La magia actúa en el mundo sicológico. Lo ritual no sirve en el mundo objetal, pero produce encantamiento en el otro. El que llora, es que se desmaya, produce encantamiento en los demás. El sistema de alucinación del loco contamina al conjunto, tiene poder ritual, toma la conciencia de la gente. Las cegueras, las sorderas, las parálisis, etc.…, pueden producirse por la imagen, también la ruptura de un músculo como es el caso del infarto. En el caso de los niños se está en presencia de imágenes hipnagógicas. La noción de interioridad y exterioridad no es clara. En el adulto se reconocen los límites. El parpadeo es clave en esta distinción.

La conciencia es imagen, capacidad de transformación, protensión.

Los registros cenestésicos amplificados, hipocondriacos: las imágenes se visualizan adentro, no generan líneas trazadoras de la acción, se produce un ensimismamiento de la acción motriz y no salen, por ejemplo, los proyectos estructurales. No se emplaza correctamente la imagen. Para montar estructuras se tiene que lanzar la imagen desde adentro hacia afuera, tal como se siente la pierna para poder caminar. En esos casos, el acompañamiento es clave. Es como cuando otro te toca el timbre de la casa: hace de imagen trazadora.

Para Einstein el espacio existe en función de la velocidad del tiempo. Sus variaciones están en función del tiempo que tarda algo en desplazarse. No hay espacio de representación en sí, a secas, es una especie de “doble” del cuerpo, que es la sumatoria de todas las representaciones y percepciones del intracuerpo. ¿Cómo son? Como el cuerpo es volumétrico, con distintos niveles y profundidades. Coincide con los límites del cuerpo. Cuando hablamos de espacio de representación, no hablamos de un continente y de contenidos. Me represento el teclado afuera y lo “miro” aproximadamente desde donde tengo los ojos. Lo meto dentro de la cabeza. ¿Desde dónde lo miro? Desde más atrás. He cambiado de lugar; ahora el teclado está donde antes estaba el ojo que mira. Esto muestra la externalidad de la mirada.

Por mirada entendemos punto de observación.

El teclado ocupa el lugar central, lo miro desde otro punto, un punto externo al lugar central; la mirada es descentrada. Extremando el cado, puedo observar la mirada (si no, no podría decir que la mirada se emplaza en distintos puntos). Miras a la mirada, hay un punto de vista. Si mirada y paisaje estuvieran confundidos, no veríamos nada. Esta perspectiva refuerza la idea de que hay espacialidad. Ilusión o no ilusión, lo veo desde algún punto. Ese punto se ha confundido con el yo. Es el foco atencional. El ejemplo de la linterna.

El ser, o lo que tienen en común todas las cosas. El ente se refiere a lo particular, pero cada particular tiene que participar de lo general. El hombre en cuanto tal no existe, pero Roberto (ente) es un hombre en tanto tiene las características generales. Todos los entes serán muy diferentes entre sí, pero son, tienen ser. La unión entre los seres humanos no se da sino por la percepción y la representación. El ejemplo “social” de la Mecca, en el que millones de personas peregrinan a un mismo punto en un mismo momento, se trata de un fenómeno individual (islas), de búsqueda de salvación individual. Las religiones tienen eso, mueven masas humanas por un fenómeno individual. “Perdóname a mí, Dios mío”, dicen; y no “perdónate a ti, Dios tuyo”.

La naturaleza es discriminadora, es la caída al estado zoológico, a lo natural. Muy instintiva, tira para abajo, no tiene intención. La ley de gravedad, la enfermedad. La intención humana tiende a la transformación de la naturaleza y la de su propio cuerpo, que es muy insuficiente, sometido a leyes. Hay que mejorar al cuerpo. El hombre constituye su cosa, su sociedad, pero no su cuerpo. Sobre esto hay que trabajar. En la relación con los demás, es la exterioridad y funcionalidad del otro lo que primero percibimos. Si el otro es un elemento placentero para mi, útil, etc. Luego aparece la interioridad, vamos de afuera hacia adentro. La comunicación, el registro interno del otro, es la representación que tengo de la interioridad del otro. Es importante para mí el otro. Pero no puedo decir que siento al otro desde el otro. No es desde él, es desde mí. “Trata al otro como el otro quiere que lo traten”, al revés de lo que decimos nosotros. Con el dar ocurre lo mismo que describíamos. Lo importante es que produce registro de unidad en quien da. Reconozco en el otro una intencionalidad y un campo de libertad que me pone límites. Como el otro actúa igual, no hay problema.

No somos “mónadas” como decía Leibnitz, incomunicados “sin puertas ni ventanas”. Estamos comunicados, influimos y nos influyen. Desde otro punto de vista vas haciendo cosas y no es indiferente para tú evolución lo que haces.

Intencionalidad: dirección hacia. Distinto de intención, que supone racionalidad, reflexión. La intención es sobre-natural. Está encima de lo natural, de lo causal, de lo dado. Es hacia el futuro, es lo digno, es lo fantástico del ser humano. Es lo que impulsa, lleva, al ser humano; sus causas, sus ideales. Es por la falta de su dignidad intencional que lo reprobamos, porque no se alza contra la naturaleza. La intención es siempre trascendente, es externa a si (Hegel en la fenomenología del espíritu). La conciencia siempre se trasciende a sí misma. Hay intersubjetividad, hay comunicación. Yo me puedo acercar mucho a tus registros, pero los revivo en mí. Puedo revivir el registro de otro a quien estoy representando a través de una lectura, y puede que el otro haya muerto hace 500 años. El registro es siempre de uno, pero puedo registrar al otro y registrar incluso lo que el otro percibió. Los otros son alcanzados por mi intención. El cuerpo y el mundeo son el objeto y la aplicación de la intencionalidad. No hay conciencia sin mundo. Me transformo al transformar al mundo. El mundo es mi punto de aplicación, en él aplico mi intencionalidad y me trasformo transformándolo. Y yo humanizo el mundo. Yo aplico mi intencionalidad en mi cuerpo y en el mundo, pero registro a mi cuerpo, mientras que no registro a los otros. Por lo tanto, no puedo cargar con los “pecados” del otro. Y no puedo “desatar” lo que el otro hizo, así es que no puedo redimir al otro. Que no se hagan los vivos. La creencia que nos hay inculcado es que la subjetividad es algo “egoísta”, sucio, pecaminoso. Son una manga de hipócritas, mentirosos. Son sistemas de creencias, moralinas declamativas. Ahí está el mundo como un mazacote para hacer algo con él. Cuando decimos “Humanizar la Tierra”, nos proyectamos hacia el mundo. Es el registro de cada cual que lleva su cual al mundo. Por ahí se empieza. Uno se imagina llevando desde si lo mejor hacia los otros. Esta es la verdad sicológica, siempre desde mí. Aún cuando se quiera lo mejor para el otro, se quiere desde sí. Horizonte es la finalidad del discurso y sus significaciones totales. El significado total me hace ir eligiendo las palabras a utilizar, voy seleccionando de acuerdo a una dirección, a una intención y elijo las palabras como ladrillos útiles a mi construcción.

Las representaciones copresentes pueden ser sociales, culturales o históricas. En la vida humana no nos mueven las distinciones entre el mundo interno y el externo. Aquí el mundo es el paisaje y la mirada es el conjunto de registros (el YO). Estamos en la globalidad de la estructura conciencia-mundo: el mundo es paciente de transformación y la conciencia es la activa. En el libro y en las Discusiones Historiológicas se discuten esquemas con la psicología y con la historia.

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Se puede descargar el original desde http://www.silo.net

Notas a "Psicología de la Imagen"

  1. Sin duda que las experiencias descriptas, merecen sagaces interpretaciones neurofisiológicas, pero éstas no están relacionadas con nuestra temática, ni pueden resolver nuestras incógnitas.
  2. Luego de fuerte susto, o de sufrir un importante conflicto, el sujeto constata que sus miembros no responden a su voluntad; la parálisis se mantiene brevemente o se continúa a lo largo del tiempo. Casos como el de enmudecimiento súbito por choque emotivo, corresponden a la misma gama de fenómenos.