Diferencia entre revisiones de «El Día del León Alado»

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Libro de Silo incluido en el [[Obras Completas Volumén I|volumén I de las Obras Completas]] terminado de escribir en 1991
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= Explicación =
[[Archivo:Silo-el-dia-del-leon-alado-planeta.jpg|170px|right|El Día del León Alado, Planeta 1991.]]Libro de Silo incluido en [[Obras Completas Volumen I]] terminado de escribir en 1991
''Desde la introducción de [[Obras Completas Volumén I]]'':
 
 
 
= Descripción =
 
''Desde la introducción de [[Obras Completas Volumen I]]'':


El Día del León Alado, es una serie de cuentos muy cortos, por unos relatos más extensos de trama compleja y por algunas fantasías próximas a la ciencia- ficción. Precisamente de la última de ellas, El Día del León Alado, el libro toma su título. El autor, transitando una vez más por los caminos del experimento literario, nos entrega ahora unos pocos cuentos entre los que destaca por su originalidad.
El Día del León Alado, es una serie de cuentos muy cortos, por unos relatos más extensos de trama compleja y por algunas fantasías próximas a la ciencia- ficción. Precisamente de la última de ellas, El Día del León Alado, el libro toma su título. El autor, transitando una vez más por los caminos del experimento literario, nos entrega ahora unos pocos cuentos entre los que destaca por su originalidad.
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Las otras ficciones que componen este volumen tocan desde la conmovedora situación de un líder africano sin salida, hasta la risueña actividad de un superhombre que, utilizando su habilidad gimnástica, termina por vencer a la ley de gravedad.
Las otras ficciones que componen este volumen tocan desde la conmovedora situación de un líder africano sin salida, hasta la risueña actividad de un superhombre que, utilizando su habilidad gimnástica, termina por vencer a la ley de gravedad.


=Video=
[[Archivo:Silo leyendo a kaunda.jpg|250px|center|thumb|''(Puede verse un cortometraje en el que Silo lee este relato en el [https://www.youtube.com/watch?v=4nEErOnNNKU siguiente enlace].)'']]
= Ediciones =


= Edicciones =
Publicado en Argentina por Editorial Planeta, 1991; en España por Editorial Antares, 1991.  
Publicado en Argentina por Editorial Planeta, 1991; en España por Editorial Antares, 1991.  
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Silo-el-dia-del-leon-alado-planeta.jpg|Ed. Planeta 1991 ISBN-10: 9507421432 ISBN-13: 978-9507421433
El-dia-del-leon-alado.jpg|Ed. León Alado 2013 ISBN: 978-84-941286-4-6
El-dia-del-leon-alado-m.jpg|Ed. Antares 1991  ISBN 978-84-88028-03-7 EAN 9788488028037
Leon Alado Bolsillo.jpg|Ed.León Alado 2016 ISBN: 978-84-16747-27-6
Leon Alado PyV portada.jpg|Ed. Plaza y Valdés 1992 ISBN: 968-856-292-0 EAN: 9688562920
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Tiene tres edicciones en italiano con [[Multimage]] (incluiendo la de las Obras Completas). Una en inglés en las Obras Completas de [[Latitude Press]].
Tiene tres ediciones en italiano con [[Multimage]] (incluyendo la de las Obras Completas). Una en inglés de las Obras Completas de [[Latitude Press]] y una en catalán .


[[Archivo:Ilgiornodelleonealato.jpg|150px|border|Versión italiana.]][[Archivo:Le_Jour_du_Lion.jpg|150px|border|Versión francesa.]][[Archivo:Portada_Lleo_Alat_Sombra.jpg|158px|border|Versión en catalán (2013).]]


= Traducciones =
= Traducciones =
Ha sido traducido en Catalán, francés, inglés, italiano y portugués.


Ha sido traducido en [http://www.silo.net/system/documents/124/original/El_Dia_del_Le%C2%A2n_Alado_ca.rtf catalán], [http://www.silo.net/system/documents/71/original/LeonAlado_fr.rtf francés], [http://www.silo.net/system/documents/70/original/LeonAlado_en.rtf inglés], [http://www.silo.net/system/documents/72/original/LeonAlado_it.rtf italiano] y [http://www.silo.net/system/documents/122/original/O_Dia_do_Le%E2%88%86o_Alado.doc portugués].


= Texto completo =
<!--= Texto completo =


La obra se divide en tres grandes bloques: cuentos cortos, relatos y ficciones. Cada uno de ellos ...
La obra se divide en tres grandes bloques: cuentos cortos, relatos y ficciones.  




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==== KAUNDA ====
==== KAUNDA ====
[[Archivo:Silo leyendo a kaunda.jpg|right|thumb|''(Puede verse un cortometraje en el que Silo lee este relato en el [https://www.youtube.com/watch?v=4nEErOnNNKU siguiente enlace].)'']]


El embajador de Zambia insistió durante una semana. Sus instrucciones eran estrictas, él no podría abandonar Florencia sin llevarme a Lusaka.
El embajador de Zambia insistió durante una semana. Sus instrucciones eran estrictas, él no podría abandonar Florencia sin llevarme a Lusaka.
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No he vuelto a ver a Kaunda, pero sé muy bien que en algunas noches diáfanas de su cielo africano sigue haciendo las preguntas que yo no supe responder:
No he vuelto a ver a Kaunda, pero sé muy bien que en algunas noches diáfanas de su cielo africano sigue haciendo las preguntas que yo no supe responder:
“¿Cuál es nuestro Destino después de todas las fatigas y de todos los errores? ¿Por qué al luchar contra la injusticia nos volvemos injustos? ¿Por qué hay pobreza y desigualdad si todos nacemos y morimos entre rugido y rugido? ¿Somos una rama que se quiebra, somos el lamento del viento, somos el río que baja hacia el mar?... ¿O somos, tal vez, el sueño de la rama, del viento y del río que baja hacia el mar?”
“¿Cuál es nuestro Destino después de todas las fatigas y de todos los errores? ¿Por qué al luchar contra la injusticia nos volvemos injustos? ¿Por qué hay pobreza y desigualdad si todos nacemos y morimos entre rugido y rugido? ¿Somos una rama que se quiebra, somos el lamento del viento, somos el río que baja hacia el mar?... ¿O somos, tal vez, el sueño de la rama, del viento y del río que baja hacia el mar?”


==== PANFLETO A PASO DE TANGO ====
==== PANFLETO A PASO DE TANGO ====
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Ahora estoy en esta habitación terminando de escribir con la mano derecha mientras trato de atravesar la madera del escritorio con el índice de la mano izquierda. Y me pregunto: ¿tendré que aceptar la ley de impenetrabilidad porque la percepción me muestra que un cuerpo no puede estar en el lugar ocupado por otro?
Ahora estoy en esta habitación terminando de escribir con la mano derecha mientras trato de atravesar la madera del escritorio con el índice de la mano izquierda. Y me pregunto: ¿tendré que aceptar la ley de impenetrabilidad porque la percepción me muestra que un cuerpo no puede estar en el lugar ocupado por otro?


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==== LA CAZADORA ====
 
'''El radiotelescopio de monte Tlapán'''
 
La directora del observatorio, Shoko Satiru, terminó su trabajo del día. En ese momento el reloj vibró suavemente. Eran las 09.00 p.m. Salió de su overol y recordó la llegada de Pedro. Hacía dos años que repetía la ceremonia de los martes: terminado el ajuste del radiotelescopio desechaba su piel amarilla brillante; ponía en orden los cabellos y comparaba sus facciones asiáticas con las de la foto que había colocado en el espejo, justo en un ángulo. Admiraba cada vez ese rostro azteca semejante al suyo. La imagen de La Cazadora, según la habían llamado los arqueólogos, había sido esculpida en piedra dura setecientos años atrás. La figura de perfil sostenía en una mano un objeto rectangular del que salía una barra muy fina que los estudiosos habían identificado con un punzón de caza. Por lo demás, nadie dio buenas razones acerca de la extraña vestimenta o el tocado que podía ser el antiguo emplumado azteca, pero que al ojo ignorante aparecía como un simple ondear de cabellos empujados por el viento. En el yacimiento arqueológico ella conoció a Pedro quien al obsequiarle una foto de La Cazadora murmuró muy lentamente: “Ahora sé quién eres”, y esa frase había puesto en marcha una exultante relación.
Shoko se preparaba una vez más para ir al pueblo en compañía. En un momento escucharía el rodar del auto sobre el ripio, caracoleando por la última cuesta que habría de terminar en la explanada del observatorio. Pedro llegaría hasta la entrada y el personal de guardia lo mostraría en el circuito cerrado; dialogarían brevemente y en poco tiempo habrían de estar juntos allí abajo, en medio de una noche cálida y estrellada.
 
Pero esta vez el ritual de los martes se había dislocado. Pedro, sin presentarse en el visor, subió hasta la cúpula. Las hojas metálicas se desplazaron y entró rápidamente.
 
: –Shoko, tienes que repararlo. Si lo mandamos a la ciudad van a demorar varios días hasta ponerlo en condiciones. Tú tienes aquí todas las herramientas del mundo y sabes cómo hacerlo. Sin el control remoto tenemos que abrir y cerrar a mano el portón del yacimiento. “Claro que sí” respondió ella, “claro”. Entonces, habiendo amortiguado el sonido de los monitores tomó el control y lo llevó hasta una mesa de trabajo. Instintivamente descolgó el overol amarillo y en un segundo estuvo enfundada; soltó sus cabellos y maniobró con el instrumental.
 
: –Un cortocircuito lo dejó out –masculló apenas. En el barrido del osciloscopio vio el defecto. Mientras cambiaba el transistor dañado, la fantasía de Pedro volaba entre labios y jadeos, entre piel y ardiente profundidad de cuerpos encontrados...
 
: –Tenemos que ajustar nuevamente la frecuencia de emisión para que opere en 4 metros, 4 centímetros, 5 milímetros. Ella trabajaba con el fanatismo de una brillante ingeniero en telecomunicaciones que tanto apreciaba la Company de su lejano Japón. –Imagínate, ni un circuito integrado. Este primitivo juguete a transistores actúa a pocos pasos de distancia, mientras en los radiotelescopios recibimos señales emitidas desde miles de años luz... 4 metros, 4 centímetros, 5 milímetros, algo más de 168 megaherzios. ¡Está listo!
 
Estirando la antena del control oprimió el botón de contacto. De inmediato, las luces del laboratorio parpadearon; un golpe sordo se sintió en los motores de la cúpula y las antenas parabólicas del radiotelescopio echaron a rotar buscando un mensaje lejano que llegaba hasta allí desde las estrellas. Mientras la iluminación general disminuía, los monitores chisporrotearon. Tal vez por esos efectos contrastantes, Pedro tuvo la sensación de perder a Shoko a través de un túnel estroboscópico; ella se alejaba con el radio control en la mano empujada por un viento azul eléctrico. Pero al instante los veinte monitores se recobraron para mostrar el perfil de La Cazadora.
 
Rápidamente, la cúpula fue inundada por un gentío que al principio se plantó estupefacto ante las pantallas. Luego el personal trató de accionar los controles del radiotelescopio pero la caída de energía lo mantuvo atascado. Sonaron los teléfonos y desde distintos observatorios se aseguró que la emisión con la figura humana partía de allí mismo, del radiotelescopio de monte Tlapán. Verdaderamente, diversos puntos de observación distribuidos en el mundo estaban conectados de modo que en cada lugar se recibía en simultáneo las imágenes detectadas por los otros integrantes de la red. Así es que, no obstante la caída de tensión, monte Tlapán seguía emitiendo a sus pares. La dificultad estaba en determinar desde qué punto éste había recibido la imagen de La Cazadora. Ocho minutos después de iniciada la perturbación se restableció el nivel del fluido eléctrico y con la normalidad se esfumó la figura. Los trazos estelares de los diferentes radiotelescopios se instalaron nuevamente en los veinte monitores.
 
Shoko se desenfundó. Rápidamente bajó hasta la explanada seguida por Pedro. El auto se puso en marcha al tiempo que ella apretaba nerviosamente el remoto y la fotografía rescatados de la cúpula. Y en medio de una noche cálida y estrellada, el vehículo empezó a descender hacia las lejanas luces del pueblo.
 
 
'''La frágil memoria'''
 
Solamente al entrar en la casona iniciaron el diálogo.
 
: –Vi una secuencia de disparos luminosos, similar a la que generan los destelladores en locales de baile; allí los que danzan parecen moverse a “saltos” En este caso, era tu silueta que aparentaba alejarse velozmente al ritmo de unos destellos azules.
 
: –¿Qué dices, Pedro? Estás hablando de una frecuencia próxima a los 16 ciclos por segundo. Esa intermitencia no podría haber salido de los monitores.
 
: –Tal vez, lo cierto es que simultáneamente tuve la sensación de ser impulsado en dirección opuesta por una suerte de viento al tiempo que percibía un fuerte olor a ozono.
 
: –¡No describes con precisión, no puedo entenderte! –gritó Shoko al borde de la histeria. Entonces Pedro la abrazó tiernamente y con mucha lentitud explicó:
 
: –Te desplazabas en dirección opuesta a mí a través de un largo túnel. No duró más de dos o tres segundos, pero cuando regresaste y te vi con el remoto en la mano, confirmé que eras La Cazadora. Ahora ya no es una frase como al principio... En dos años no hablamos de lo que hoy nos ha explotado en la cara.
 
Ella sollozó pero reponiéndose de inmediato, interrumpió a Pedro.
 
: –Volvamos al principio. Sé que algo pasó, pero no tengo referencias para determinar el tiempo transcurrido. Tuve que sufrir un fenómeno similar al sueño del que se sale sin recordar nada. Para mí hubo una suspensión temporal, para ti pasaron unos segundos de experiencias sin interrupción. Luego la imagen quedó congelada durante ocho minutos.
 
Pedro sugirió poner todo por escrito para examinarlo al día siguiente y así se hizo. Al rato, agotados, cayeron en el lecho llevando consigo una mezcla de perplejidad y desolación. Poco después, él dormía profundamente.
 
Shoko se debatió en un letargo contradictorio. En la cumbre de monte Tlapán no estaba el observatorio pero tenía frente a ella a un hombre deslumbrante vestido a la usanza azteca. Este, como un luminoso escultor trasladó instantáneamente sus rasgos a un bloque de piedra. La vestimenta, el control remoto y los cabellos al viento quedaron plasmados en roca, pero allí la imagen se movía como si estuviera viva. Entonces él explicó sin palabras algo referido al equilibrio de la Tierra que se debía restablecer por acción de un aparato que él dejaría en un lugar durante siglos. Ella, involuntariamente, habría de acelerar ese proceso poniendo en peligro toda la obra. Había que revertir una parte de la energía excedente contrayéndola hasta convertirla en materia. Ese proceso la volvería al punto original de trabajo y el mismo destino habría de seguir todo lo relacionado con el instante del accidente. Era un modo de reordenar las cosas sin provocar una cadena de sucesos que afectaría a sistemas más amplios. Shoko creyó entender que su memoria del tiempo profundo también quedaría encadenada siglos antes de su propio nacimiento por un hecho que produciría en el futuro. Pero el ser radiante abrió plenamente las manos y ella fue expulsada nuevamente hacia su mundo.
 
Saltaron de la cama al tiempo que el piso ondulaba y los muebles crujían. Estaba temblando. Llegaron al amplio patio casi al fin del movimiento de tierra. Amanecía y una brisa se agitaba en dirección a Tlapán.
 
 
'''El calendario azteca'''
 
Hacia el año 1.300, la zona de Tlapán era un punto importante del imperio azteca. Allí se había conservado el libro pintado que contaba la historia del largo viaje por la oscuridad; de los que llegaron y formaron el pueblo original. En un monte de la zona había descendido el dios Quetzalcoatl y desde él viajaba a diferentes partes de la tierra. También allí enseñó por un tiempo todo-lo-que-hay. Pero un amanecer, llegaron a buscarlo otros dioses montados en una enorme serpiente emplumada. Antes de partir con ellos dejó como regalo la nave voladora en la que había descendido, pero la escondió en un punto sólo conocido por unos pocos sabios. Los descendientes de éstos sabrían qué hacer en el momento oportuno, porque sus instrucciones quedaron grabadas en un disco de piedra. Pero si alguien cometía un error, la nave volaría al reencuentro de su amo. Así, Quetzalcoatl y los dioses se alejaron de los mortales volando hacia el lucero del alba. Un siglo después, Moctezuma II llegó a Tlapán convocando a los sabios para que develaran el secreto de Quetzalcoatl ya que esa molesta historia corría por todo el imperio. Entonces, los astutos súbditos explicaron que se había exagerado sobre el significado del disco de piedra. En realidad se trataba de un calendario tan útil a la predicción de los ciclos astronómicos como a la determinación de los momentos aptos para siembras y cosechas. Con el beneplácito del emperador, Tlapán fue confirmado como el mejor punto de observación de los destinos y los astros. En todo caso, la región fue abandonada posteriormente a raíz de la llegada del hombre blanco.
 
Pero la verdad climática y geográfica, deformada por la leyenda, fue restablecida siglos después cuando se instaló en una altura de la zona, conocida como “monte Tlapán”, uno de los radiotelescopios de la cadena mundial. Por lo demás, la región fue declarada de interés histórico y en particular el yacimiento arqueológico que se ubicaba en los alrededores del observatorio. De esta suerte, el personal de ambos emplazamientos se cruzaba en el camino y coincidía en un pueblo aburrido contando historias de estrellas y reinos fabulosos. No resultó pues extraño, que se encontraran en el yacimiento el jefe de arqueólogos y una turista japonesa que, trabajando a poca distancia, quiso conocer la historia del lugar.
 
 
'''Roca y tiempo'''
 
Saliendo de la casona enfilaron hacia los montes. En primer término llegaron al yacimiento. Era temprano y las cuadrillas de trabajo no habían llegado pero los cuidadores salieron a recibirlos con un dejo de alarma en sus voces.
 
: –Don Pedrito, anoche hubo un temblor muy fuerte seguido de un viento que nos volaba. No quisimos entrar a los recintos pero puede haberse caído algo allí adentro.
 
: –No te preocupes Juan, vamos a ir a revisar.
 
A un costado se levantaba la pirámide escalonada de vértice trunco. Subieron por las gradas y en la terraza se enfrentaron al portón que protegía la entrada. Pedro estiró la antena del remoto y al oprimir el botón, el motor obedeció desplazando la pesada hoja metálica. Luego hubo una suave palmada en la espalda de Shoko: “¡Bravo por ti!”.
 
Entrando al recinto Pedro accionó las luces. Caballetes, mesadas, armarios y anaqueles repletos de material arqueológico atestaban el lugar. Hacia un rincón poco iluminado, la placa mostraba en tamaño natural a La Cazadora. Los recién llegados quedaron estáticos por un momento contemplando la figura. Con voz muy queda, Shoko preguntó por el lugar en que había sido encontrada. Pedro respondió con una historia que comenzó en monte Tlapán al hacer las excavaciones para fundar los cimientos del observatorio. La piedra había sido bajada posteriormente al yacimiento y nuevamente elevada hasta el lugar actual.
 
Un nuevo temblor de tierra ahogó la voz de Pedro. El ruido de las vasijas cerámicas entrechocando, el crujido de las paredes adoquinadas y el vibrar del portón metálico se fusionaron con el péndulo de lámparas suspendidas por largos cables. En ese momento, entre la parálisis y la huida, vieron como la imagen de La Cazadora se movía casi desperezándose mientras una suave fosforescencia bañaba a toda la placa. Luego les pareció que el bajorrelieve había perdido algo de su impecable nitidez, como si de pronto se hubiera puesto en marcha la acción del tiempo. Shoko sintió que algo profundo comenzaba a funcionar en su memoria.
 
Entre tanto, el equipo de trabajadores había llegado con el alboroto de siempre. Un tiempo después, ya en la base de la pirámide, Pedro daba instrucciones para reforzar la protección de los materiales ante un posible terremoto.
 
Abandonaron el yacimiento y se dirigieron hacia el monte. En el trayecto se les hizo evidente que el viento aumentaba en intensidad llegando hasta Tlapán desde todas las direcciones. En poco tiempo llegaron a la explanada del observatorio. Shoko descendió presurosa y Pedro se mantuvo en el vehículo esperando pacientemente. Al fin ella salió del observatorio, entró al auto, suspiró, y reclinándose en el asiento empezó a comentar que las cosas se complicaban continuamente, que ahora luego de cada pequeño sismo los circuitos se sobrecargaban; que el viento no cesaba desde la noche anterior creando una nube de polvo en suspensión generadora de falsos trazos radioestelares. Ella misma había tenido que cambiar dos estabilizadores de tensión y debía regresar al pueblo a pedir repuestos. No quería ir en helicóptero de manera que se movería en su auto o en las camionetas del complejo. Se besaron, prometiéndose el reencuentro para esa noche en la casona.
 
 
'''La culpa es de Sierra Madre'''
 
“Informe de la comisión investigadora del incidente caratulado ‘retransmisión por eco’. Encargados de la observación de campo, Dr. M. Pri y Prof. A. Gort.”
 
“A las 09.12 p.m. del 15 de marzo de 1990, el complejo astronómico de monte Tlapán dejó de retransmitir señales radioastronómicas. En la red, que a esa hora enlazaba a las estaciones de Costa Rica, Sidney, Sining y Osaka, se detectó una emisión de vídeo que provenía del observatorio afectado. Durante 8 minutos, fue observada una figura humana fija en reemplazo de los destellos estelares habituales. En la investigación abierta los técnicos informaron que el sistema automático de rastreo enfocó accidentalmente a NGC- 132, recibiendo señales de una radiofuente situada a 352 años-luz. La Dra. Shoko Satiru declaró que los 17 miembros del personal a su cargo coincidieron en que hubo una caída de tensión durante ocho minutos, restableciéndose el sistema a partir de ese momento. De acuerdo a lo anterior monte Tlapán debería haber quedado silenciado en toda la red. Sin embargo, la emisión de una imagen de vídeo desde ese punto nos hace considerar la posibilidad de que un eco televisivo comercial haya interferido a Tlapán suplantando la señal de la fuente estelar por su propia emisión. Fenómenos de este tipo se han registrado anteriormente y se atribuyen a rebotes televisivos en el contrafuerte de la Sierra Madre del Sur.
 
“No teniendo otros elementos que aportar, saludamos a Uds. atte. <br/>
M. Pri y A. Gort. <br/>
México D. F. 20 de marzo de 1990.” <br/>
 
Habían pasado cinco días desde el fenómeno del observatorio. Los temblores de tierra se sucedían con mayor frecuencia e intensidad. Al principio los sismólogos de ciudad México, atribuyeron responsabilidades a la consabida Sierra Madre. Se conocía una falla por la que se deslizaban periódicamente placas tectónicas produciendo cataclismos de magnitud. Pero luego las cosas habían cambiado. Una vasta zona de Tlapán estaba rodeada por medidores y sismógrafos.
 
El ejército tendió un cordón para evitar que los curiosos llegados de todas partes se acercaran a lugares peligrosos. Ahora se tenía la certeza que se estaba registrando una actividad volcánica subterránea y que, de continuar las cosas así, habría de hacer explosión. Las gráficas mostraban una curva que se haría exponencial en poco tiempo más. Al principio los sismos se repetían cada doce horas, luego cada ocho y así siguiendo. Observatorio y yacimiento fueron evacuados y solo se veía con binoculares a furtivos hombres de T.V. que se arriesgaban más de la cuenta.
 
Al atardecer, Shoko y Pedro mostraron sus credenciales y luego de mucho rodeo se les permitió franquear el cerco para aproximarse a los montes. A pocos kilómetros de Tlapán salieron del camino y estacionaron en un río seco buscando reparo del viento que a veces se hacía huracanado.
 
 
'''Regreso a los cielos'''
 
Hacia la medianoche el viento y las ondulaciones de tierra habían cesado. Pedro trató de poner en marcha el motor del auto pero éste no respondió. La noche cálida y hermosa los empujó a subir hasta el camino. Luna y estrellas eran suficientes para ver sin tropiezos. Entonces se detuvieron bruscamente. Los cables de alta tensión, que llevaban energía a la zona, zumbaban gravemente mientras despedían un fulgor azulado a lo largo de todo su trayecto. Y frente a ellos, monte Tlapán mostraba su silueta bañada en resplandores. De haber estado en el norte del mundo se podría haber asegurado que la aurora boreal, cayendo en vertical, danzaba cambiando de color continuamente.
 
Prudentemente se sentaron en unas piedras a contemplar el espectáculo y pronto notaron que las luces del pueblo oscilaban siguiendo el ritmo de los resplandores de Tlapán. Cuando éste aumentó en brillo, el pueblo quedó definitivamente a oscuras.
 
Entonces revisaron sus confusas ideas. El radiocontrol produjo una armónica que activó los motores del radiotelescopio. Este, barriendo radiofuentes se detuvo exactamente en NGC- 132 distante a 352 años luz, captando imágenes producidas hacía 704 años antes, en ese mismo lugar. Ocurrió que el punto entró en resonancia con él mismo hasta que el giro terrestre desplazó el paralaje del haz luminoso en ocho minutos. Pero para ello era necesario que, efectivamente, se hubiera estado allí 704 años atrás. Lo último no era creíble. Pero también podría haber ocurrido que el control hubiera activado un gigantesco amplificador de energía que se encontraba en el observatorio o próximo a él. En ese caso, podría haber elevado los microvoltios de las descargas cerebrales en una frecuencia de 16 ciclos por segundo de acuerdo a los efectos estroboscópicos observados. Es decir, el amplificador tendría capacidad para proyectar las imágenes con que trabajaba en ese momento un sistema nervioso cercano, por ejemplo el de quien pensaba en la foto de La Cazadora. Tales imágenes amplificadas podrían haber interferido al radiotelescopio. Sabemos que tal amplificador se ha activado haciendo una absorción iónica que ha terminado por desplazar capas de aire en ráfagas de viento. Por lo demás, la perturbación eléctrica que provoca su absorción ha roto la resistencia ohmica entre placas geológicas exponiéndolas a una mayor conductibilidad y provocando desplazamientos entre ellas; de allí los temblores de tierra. Pues bien, el amplificador se ha puesto en marcha pero es imposible que exista. El salto al pasado también es imposible y, además, inimaginable como hipótesis. Todo resulta en contradicción desde el principio al fin.
 
Tlapán aumentaba su luminosidad a medida que se acercaba el amanecer, y cuando el planeta Venus emergió en el horizonte se empezó a escuchar un bramido que fue creciendo hasta hacerse insoportable. Las torres de alta tensión se bambolearon y muchas fueron arrancadas de sus bases. Pedro y Shoko se apretujaron en el suelo mientras comenzaron a sentir un fuerte terremoto. Tlapán liberaba relámpagos cada vez más intensos hasta que, de pronto, su cúspide voló como si hubiera sido dinamitada... El observatorio había desaparecido y pronto el monte se resquebrajó como la cáscara de un huevo. Enormes fragmentos cayeron a su alrededor y luego se hizo el silencio.
 
Una gigantesca masa metálica comenzó a ascender lentamente desde lo que había sido el monte. Fulgurando en llamaradas de color cambiante subió cada vez más hasta presentarse como un disco enorme. Luego empezó a desplazarse hacia los aterrorizados observadores. Durante un tiempo se detuvo sobre ellos y éstos vieron en la nave el símbolo de Quetzalcoatl. Por fin, el disco partió abruptamente alejándose en dirección al lucero del alba. Entonces, la memoria profunda de Shoko quedó liberada y comprendió que La Cazadora se había desprendido para siempre de su encierro en la piedra.
 
==== EL DÍA DEL LEÓN ALADO ====
 
 
''A Danny.''
 
 
Los equipos y programas de espacio virtual se vendían bien. Entre los compradores, los estudiantes de historia y ciencias naturales resultaron beneficiados. Pero aumentaba la demanda de un amplio público que prefería su dosis de entretenimiento, a largos paseos entre pirámides egipcias o flora y fauna amazónica. Se podía realizar viajes solitarios, en compañía o guiados; sin embargo, muchos preferían disponer de un selector de opciones que aparecía con sólo mover un dedo. El catálogo era nutrido. Desde las adaptaciones de antiguas películas, en las que los protagonistas eran los propios usuarios, se había pasado a la traslación de video-juegos que permitían combatir en el espacio o mantener amoríos con los símbolos encarnados de la época. Era como participar en un cómic o una historieta llena de estímulos tan reales, que menudearon infartos cuando algunos fanáticos del terror usaron programas no recomendados por el Comité para la Defensa del Sistema Nervioso Débil. Las computadoras admitían los programas más absurdos y en esa atmósfera aparecieron piratas que introduciendo virus virtuales provocaron disociaciones de personalidad y accidentes psicosomáticos. Era tan simple colocarse un casco y unos guanteletes, poner en marcha la computadora y elegir un programa, que los niños lo hacían a diario en las horas dedicadas a viajar.
 
 
'''Una sección del Comité para la Defensa  del Sistema Nervioso Débil'''
 
En la sección todos usaban nombres de batalla. Era una práctica aséptica. Alpa organizaba el plan de trabajo y supervisaba el Proyecto, coordinando actividades entre los miembros de un equipo que se había conformado a lo largo de años. Había sido reclutada en los Alpes por su curiosa forma de entrenar a grandes esquiadores. Mientras otros profesores insistían en el esfuerzo físico sostenido, ella reunía a sus alumnos en una sala en la que proyectaba una y otra vez las imágenes del slalom gigante o del gran salto blanco. Presentado el escenario y el recorrido de cada prueba, dejaba todo a oscuras y pedía que los partícipes imaginaran repetidamente cada movimiento y cada desplazamiento por la nieve. A veces acompañaba esa práctica con una suave música que luego, en las horas de sueño, inundaba el refugio. Así se había dado el caso en que algunos, no habiendo salido a las pistas antes de la competición, se desplazaban ese día como si siempre hubieran vivido en el lugar.
 
Ténetor III tuvo noticias de Alpa por un comentario efectuado en un vídeo especializado en deportes invernales. Intrigado por el caso se dirigió a Sils María y allí estableció contacto con ella.
 
El último miembro incorporado fue Seguidor, encargado de personal de tecnología avanzada. Este, con Hurón y Faro, formaban un conjunto que sólo podía ensamblar gracias al cuidado de la inefable Jalina, especialmente dotada para la creación de ambientes humanos blandos. Sin duda Ténetor III, como especialista en comunicaciones, era el nervio de una actividad que Alpa definía en cada caso, anteponiendo el cumplimiento de metas y cronogramas. El equipo quedó configurado como una sección del Comité de Defensa del Sistema Nervioso Débil y gracias a que Ténetor era precisamente el Director de dicha institución, el grupo pudo actuar sin sobresaltos.
 
 
'''El Proyecto'''
 
A fines del siglo XX algunos científicos encabezados por un oscuro funcionario de la UNESCO, habían llegado a la conclusión de que en pocas décadas el 85% de la población mundial sería analfabeto funcional. Calcularon que el analfabetismo primario sería erradicado en poco tiempo, al par que grandes masas humanas desplazarían progresivamente los libros, revistas y periódicos a favor de la T.V., los videos, las computadoras y las proyecciones holográficas. En sí, aquello no representaba un gran inconveniente ya que la información seguiría fluyendo en mayor cantidad que en cualquier época y a una velocidad creciente. Pero el aumento de datos desestructurados no sólo impactaría en los individuos aislados sino que habría de terminar influyendo en los esquemas de todo el sistema social. Desde el punto de vista de la especialización, las perspectivas eran interesantes ya que se condicionaba un trabajo analítico y paso a paso siguiendo el esquema computacional. Sin embargo, la ineptitud para establecer relaciones globales coherentes se haría sentir.
 
En esas épocas la desconfianza hacia las síntesis del pensamiento había avanzado tanto que cualquier conversación sobre generalidades, mantenida más allá de los tres minutos, era calificada peyorativamente de “ideológica”. En realidad, cualquier intento que se hiciera por alcanzar globalidades, terminaba penosamente. Unicamente podía sostenerse la atención sobre temas específicos y tanto en los institutos de enseñanza como en el trabajo diario se reforzaba ese hábito. Los historiadores estudiaban las aleaciones metálicas de las sortijas de Etruria para explicar el funcionamiento de aquella sociedad y los antropólogos, psicólogos y filósofos servían a las computadoras de análisis gramatical. Tal era la externalidad y el formalismo puntual del pensar y del sentir que cada ciudadano vivía urdiendo cómo ser individual y original en algún detalle de su vestimenta. Mientras la medicina y el esparcimiento avanzaran todo lo demás era secundario, tan secundario como el destino de aquellos pueblos y comunidades que degeneraban por no adaptarse al nuevo orden mundial, tan secundario como las vidas de las nuevas generaciones que se desangraban en una competencia vil tratando de lograr su espejuelo de corta duración. Por lo demás, hacía décadas que se había esterilizado la capacidad para formular teorías científicas generales y todo se reducía a la aplicación de tecnologías que, en apretado tropel, corrían en cualquier dirección.
Así, el funcionario de UNESCO presentó un informe y solicitó ayuda para estudiar esa patología social y sus tendencias a mediano plazo. Inmediatamente se le destinó un importante presupuesto para la investigación, tal vez porque aquellos que decidían entendieron que ese esfuerzo habría de servir al perfeccionamiento de técnicas de eficiencia. Gracias a ese malentendido se pudo trabajar durante años. Finalmente, quedó constituido el Comité como organismo paracultural habilitado para hacer difusión y dar recomendaciones a los países que, a través de las Naciones Unidas, sostenían a UNESCO.
 
Décadas después, desaparecida UNESCO, el Comité siguió funcionando sin saberse bien por quiénes era apoyado. De todas maneras, se caracterizó como una institución de bien público soportada mundialmente por particulares de buena voluntad. El Comité produjo informes anuales que nadie consideró seriamente, pero más allá de esas actividades enfiló sus investigaciones hacia el desarrollo de un modelo de comportamiento humano exento de las dificultades que se veía crecer a diario. Por entonces el Comité estaba de acuerdo en que un tipo de educación y de información desestructurada ya estaba bloqueando ciertas áreas cerebrales provocando los primeros síntomas de una epidemia síquica que sería incontrolable. El “Proyecto”, según lo llamaron sus gestores, debía considerar la posibilidad de producir un “antídoto” capaz de desbloquear la actividad mental. Pero en ese tiempo no se sabía aún si había que desarrollar procedimientos de entrenamiento fisiológico, si se trataba de sintetizar benéficas sustancias químicas, o si había que abocarse al diseño de aparatos electrónicos que permitieran alcanzar el objetivo. Lo cierto era que poco a poco se iban volcando millones de seres bloqueados a la actividad colectiva. Esos seres, cada vez más especializados y cada vez menos aptos para razonar sobre sus propias vidas, terminarían por dislocar a toda la sociedad que ya, sin meta alguna, se debatiría en el suicidio, la neurosis y el pesimismo creciente.
 
Aquel oscuro funcionario, antes de morir, tomó el nombre de Ténetor I dejando el Proyecto en manos de sus colaboradores inmediatos.
 
 
'''La arcilla del cosmos'''
 
Cuando la superficie de este mundo comenzó a enfriarse, llegó un precursor y eligió el modelo de proceso que habría de autosostenerse. Nada le resultó de mayor interés que planear una matriz de n posibilidades progresivas divergentes. Entonces, creó las condiciones de la vida. Con el tiempo, los trazos amarillentos de la atmósfera primitiva fueron virando hacia el azul y los escudos protectores comenzaron a funcionar dentro de rangos aceptables.
 
Más adelante, el visitante observó los comportamientos de las diversas especies. Algunas avanzaron hacia las tierras firmes y tímidamente se fueron acomodando a ellas, otras retrocedieron nuevamente a los mares. Numerosos engendros de distintos medios sucumbieron o siguieron su transformación abierta. Todo azar fue respetado hasta que al fin se irguió una criatura de medianas dimensiones animales capaz de ser absolutamente discente, apta para trasladar información y almacenar memoria fuera de su circuito inmediato.
 
Este nuevo monstruo había seguido uno de los esquemas evolutivos adecuados al planeta azul: un par de brazos, un par de ojos, un cerebro dividido en dos hemisferios. En él casi todo era elementalmente simétrico como los pensamientos, sentimientos y actos que habían quedado codificados en la base de su sistema químico y nervioso. Aún llevaría algún tiempo la amplificación de su horizonte temporal y la formación de las capas de registro de su espacio interno. En la situación en que se encontraba, escasamente podía diferir respuestas o reconocer diferencias entre la percepción, el sueño y la alucinación. Su atención era errática y, por supuesto, no reflexionaba sobre sus propios actos porque no podía captar la naturaleza íntima de los objetos con los que se relacionaba. Su propia acción era vista con referencia a los objetos táctilmente distanciados, y mientras se siguiera considerando simple reflejo del mundo externo no podría abrir paso a su intención profunda capaz de mutar su propia mente. Atrapando y huyendo había moldeado sus primeros afectos que se expresaban por atracción y rechazo, modificándose muy lentamente esa bipolaridad torpe y simétrica esbozada ya en las protoespecies. Por ahora su conducta era demasiado previsible, pero llegaría el momento en que autotransformándose daría un salto hacia la indeterminación y el azar.
 
Así, el visitante esperaba un nuevo nacimiento en esa especie en la que había reconocido el temor ante la muerte y el vértigo de la furia destructiva. Había presenciado cómo esos seres vibraban por la alucinación del amor, cómo se angustiaban por la soledad del Universo vacío, cómo imaginaban su futuro, cómo luchaban por descifrar la huella del comienzo en la que fueran arrojados. En algún tiempo, ésta especie hecha con la arcilla del cosmos emprendería el camino para descubrir su origen y lo haría andando por caminos imprevisibles.
 
 
'''El espacio virtual puro'''
 
Ese día, Ténetor III probaría el nuevo material suministrado por Seguidor. Se dirigió al recinto anecoico y al penetrar en él observó en medio de un ambiente vacío la reluciente camilla de pruebas. Con su ropa ajustada, casco, guantes y botas cortas, se sintió como un antiguo motociclista aluminizado. En un momento se acostó resueltamente pero luego optó por otra postura en la que el artefacto se le amoldó como un asiento muelle, ligeramente reclinado hacia atrás.
Ahora vería cara a cara la naturaleza de un nuevo fenómeno sin las proyecciones de los programas artificiales. En todo caso su cuerpo daría los pulsos y señales que poblarían un ambiente sin interferencias. Y, si todo funcionaba bien, vería traducido su espacio mental gracias a la tecnología del espacio virtual. Ese era el punto desde el cual el Proyecto encontraría su vía de realización.
 
Bajó el visor y quedó a oscuras. Al tocar una tecla del casco conectó el sistema y gradualmente fueron apareciendo unos contornos iluminados que enmarcaron la cara interna del visor. Era una pantalla ubicada a veinte centímetros de sus ojos. De pronto, su cuerpo apareció suspendido en el interior de un recinto esférico espejado. Desplazó la mirada en distintas direcciones y pudo monitorear con precisión. El efecto producido no le pareció de especial mérito teniendo en cuenta que sus nervios oculares trasmitían señales al interface que conectaba con el procesador central. Moviendo los ojos a derecha, las imágenes corrían en sentido inverso hasta ocupar el centro de visión; haciéndolo hacia arriba la proyección bajaba, y así en toda combinación que ensayara. Mirando hacia la punta de su bota derecha ajustó su visión con un suave esfuerzo por penetrar detalles, entonces el zoom acercó el objeto más y más hasta ocupar toda la pantalla. Luego, desacomodando el cristalino, retrocedió hasta verse como un pequeño punto brillando en el centro del ambiente espejado. El programa óptico tenía el aumento y la definición de los mejores microscopios electrónicos y, hasta ahora, la inútil penetración de los telescopios más afinados ya que nada se podía ver del mundo astronómico adentro del recinto de proyección proporcionado por el casco.
 
Hoy todo podría mejorar si funcionaban los detectores que Seguidor había distribuido en la superficie interna de la ropa sensible. La información debía aparecer en pantalla conforme los impulsos nerviosos activaran distintos puntos del cuerpo. Tocó la segunda tecla ubicada en el casco y de inmediato una columna alfanumérica comenzó a desplazarse por la zona izquierda del visor al tiempo que en el ángulo derecho aparecía un diminuto rectángulo en el que resaltaba su mano apoyada en el casco. Bajó el brazo lentamente y la columna fue entregando información mientras en el recuadro, el esquema de su brazo se desplazó descendiendo. Tragó saliva y nuevamente los datos se sucedieron encolumnadamente. En el recuadro apareció el interior de su boca y luego el esófago moviéndose suavemente. En una nueva prueba recordó a Jalina y el rectángulo hizo aparecer su corazón batiendo a una velocidad mayor que la normal; luego los pulmones se expandieron un poco y apareció el sexo virando hacia un color rojizo tenue. La columna, a su vez, informó sobre diversos fenómenos intracorporales: presión, temperatura, acidez, alcalinidad, composición de electrolitos en sangre y recorrido de impulsos.
 
Se dispuso enfocando su mirada rectamente y volvió a aparecer él mismo en pantalla, suspendido en el recinto esférico. Era obvio que se veía desde un punto de observación externo, un tanto deformado, como ocurre al mirarse en un espejo cóncavo. Entonces comenzó a respirar lenta y profundamente. Al poco tiempo, los detectores entraron en régimen. Un instante después enlenteció el ritmo respiratorio haciéndolo similar al del sueño profundo y así, paulatinamente, observó cómo la imagen se fue aproximando hasta aparecer fuera de pantalla, acercándose cada vez más a sus ojos hasta que tocándolos desapareció en una fusión transparente. Pero todo quedó a oscuras como si el sistema se hubiera desconectado. Estiró un brazo y el negro ambiente pareció rasgarse dejando ver una luz lejana. Imaginariamente se fue acercando a la luz mientras en los bordes del visor la columna y el recuadro señalaron las modificaciones físicas que correspondían a su proceso mental. De esta suerte se esforzó por sentir que avanzaba en los recodos materiales del espacio virtual.
 
En el socavón en penumbra la extrañeza comenzó a disiparse porque reconoció la vívida dimensión de las grutas horadadas en los montes, los olores húmedos que despiertan recuerdos de emociones placenteras, las resistencias de la piedra, las rugosidades y distancias objetales. En los indicadores vio un lento caminar y la sucesión de distintas zonas de su cuerpo a medida que éstas se pusieron en marcha. Frente a él, apareció una silueta encapuchada pero pronto advirtió en el recuadro que tal imagen era la traducción de pequeños movimientos de los músculos de la lengua en la caverna de su boca. Al entornar sus ojos vio luces en derredor pero comprendió que se trataba de simples descargas nerviosas amplificadas estimulando a los músculos palpebrales. La ropa sensible detectaba bien los infinitesimales movimientos corporales que correspondían a las imágenes mentales. La situación, de todas maneras, era alucinante. El encapuchado ofreció un recipiente y él tomándolo en sus manos apuró el contenido que sintió pasar por su garganta con la misma realidad que tiene el agua fresca en la sequía del desierto. Entonces estuvo en condiciones de atravesar la caverna y salir al espacio exterior...
 
 
'''El Comité se organiza'''
 
Luego de la muerte de Ténetor I, sobrevino una importante crisis en el Comité. Todos los miembros estaban de acuerdo en que el comportamiento humano desmejoraba progresivamente en muchos aspectos. También reconocían que la explosión tecnológica brindaba cada día nuevas posibilidades.
 
Dos posturas chocaron en la interpretación de los hechos. Por una parte los “cientificistas” explicaban que la reiteración de conductas sociales modificaba las áreas de trabajo cerebral de los conjuntos humanos. Esto generaba un tipo de sensibilidad y de percepción de los fenómenos. Por consiguiente, tanto los directores de las Compañías como sus formadores de opinión, iban orientando el proceso social de acuerdo a códigos en los que ellos se habían formado. De esta forma los pedagogos perfeccionaban la educación y la enseñanza en un círculo vicioso que realimentaba sus particulares creencias. Los “cientificistas” sostenían que un cambio de dirección era imposible dentro de un proceso mecánico que llamaban el “Sistema”, y se mantenían dentro de una antigua tesis einsteniana que sostenía: “En el interior de un sistema ningún fenómeno puede evidenciar su movimiento”. Siempre exponían el ejemplo de aquel viejo maestro, según el cual un viajero que se desplazaba en una sección de un tren en movimiento a 120 kilómetros por hora, si saltaba en su lugar no por ello caía en otro vagón del tren. En un sistema inercial, se tratara del prehistórico tren o de un vehículo espacial, no importaba el salto dentro de ese sistema. En todo caso, había que apoderarse de la dirección del tren o de la nave para cambiar la dirección del móvil.
 
A esto respondían los “historicistas” diciendo que los que tomaran la dirección del aparato, lo desviarían de acuerdo a pautas en las que ellos se habían formado, y preguntaban: “¿Cuál es la diferencia entre los conductores anteriores y los nuevos si todos actúan desde los paisajes en que se formaron, desde sus áreas cerebrales más activas? La diferencia sería sólo de intereses particulares entre gente preocupada por manejar el móvil”. De acuerdo a eso, los “historicistas” apostaban a procesos más amplios inspirándose en distintos momentos históricos en que, por razones de supervivencia, los seres vivos habían modificado sus hábitos y se habían transformado. Pero también reconocían que muchas especies habían desaparecido por dificultades en su adaptación.
Era una discusión de nunca acabar. En esa situación se hizo cargo del Comité, Ténetor II, elegido por su equidistancia entre las posturas en choque.
 
Ténetor II orientó el Proyecto hacia la investigación de las mejores producciones humanas en la que tanto “cientificistas” como “historicistas” estaban de acuerdo. Puesto en la tarea logró una inmensa recopilación de aquellos conocimientos científicos y artísticos que habían logrado una mejora en el proceso humano capacitándolo para superar el dolor y el sufrimiento. Desde la dirección del Comité dio un fuerte impulso a la selección del personal que debía capacitar a las nuevas promociones en las ideas del Proyecto. Fue una tarea ardua que acometió personalmente, detectando gente capaz de salir de las creencias y moldes establecidos en el Sistema, y que manejaban su vida en base a valores y conductas atípicas según el punto de vista aceptado por el eficientismo en boga. Cuando ese singular contingente estuvo listo llamó a la organización, “Comité para la Defensa del Sistema Nervioso Débil” desarrollando sus actividades como institución dedicada a rescatar y proteger individuos intelectualmente ineptos en cuanto a su adaptación al Sistema. Por otra parte, dividió al Comité en secciones especializadas y desde una de ellas, produjo material educativo para los inadaptados de todas las latitudes. Al mismo tiempo, desarrolló protectores de programas y antivirus, para las compañías de programación que luchaban contra los piratas informáticos.
 
Ténetor II se instaló en la Mesopotamia para llevar adelante un estudio de campo y desde allí se mantuvo en contacto permanente con la sede del Comité. Pero un buen día, cuando se desplazaba entre los ríos Tigris y Éufrates, cesaron sus señales. A las pocas horas Faro y Hurón llegaron al lugar, como equipo de rescate, pero sólo encontraron su vehículo, sus aparatos de medición y un cristal informativo. A partir de ese momento, no se tuvo más noticias del expedicionario.
 
 
'''Los caracteres vivientes'''
 
Ténetor III se detuvo en la caverna. Estaba en condiciones de salir al espacio exterior. “¿Cuál espacio exterior?”, se preguntó. Hubiera bastado con sacarse el casco para encontrarse sentado en el recinto anecoico. En esa duda recordó la desaparición de Ténetor II, y la incoherente información que entregó el cristal al ser activado: una holografía monótona en la que el expedicionario aparecía cantando en largo lamento. Eso era todo. Pero también rememoró la voz de su maestro. Sintió los poemas que tanto tiempo atrás aquél hiciera ondear como brisa marina; escuchó la música de cuerdas y el sonido de los sintetizadores; vio los lienzos fosforescentes y las pinturas que crecían en las paredes de manganeso flexible; rozó nuevamente con su piel las esculturas sensibles... De él había recibido la dimensión de ese arte que tocaba los espacios profundos, profundos como los negros ojos de Jalina, profundos como ese túnel misterioso. Aspiró con fuerza y avanzó hacia la salida de la gruta.
 
Era una hermosa tarde en la que estallaban los colores. El sol arrebolaba las líneas montañosas mientras los dos ríos lejanos serpenteaban en oro y plata. Entonces Ténetor III asistió a la escena que la holografía había mostrado fragmentariamente.
 
Allí estaba su predecesor cantando hacia la Mesopotamia:
 
: ''Oh Padre, trae de lo recóndito las letras sagradas.''
: ''¡Acerca aquella fuente en la que siempre pude ver las ramas''
: ''abiertas del futuro!''
 
Y mientras el canto se multiplicaba en ecos lejanos, aparecía en el cielo un punto que se acercaba velozmente. Ténetor ajustó el zoom a esa distancia y entonces vio claramente unas alas y una cabeza de águila; un cuerpo y una cola de león; un vuelo de nave majestuoso; un metal vivo; un mito y una poesía en movimiento que reflejaba los haces del sol poniente. El canto seguía mientras se perfilaba la figura alada que extendía sus fuertes patas de león. Entonces se hizo el silencio y el grifo celeste abrió su enorme pico de marfil para responder con un chillido que, rodando en los valles, despertó a las fuerzas de la serpiente subterránea. Algunas piedras altas se trizaron elevando en su caída nubes de arena y polvo. Pero todo quedó en calma cuando el animal descendió suavemente. Pronto un jinete saltó ante el hombre que agradeció la esperada presencia de su padre.
 
Y el jinete extrajo de una alforja sostenida en el grifo, un libro grande, antiguo como el mundo. Luego, sentados en el rocoso suelo multicolor padre e hijo respiraron el atardecer; se contemplaron largamente y así dispuestos abrieron el viejo volumen. En cada página se asomaron al cosmos; en una sola letra vieron moverse a las galaxias barradas, a los cúmulos globulares abiertos. Los caracteres danzaban en los antiguos pergaminos y en ellos se leía el movimiento del cosmos.
 
Al tiempo los dos hombres (si es que eran hombres), estaban en pie. El más anciano, con sus largas ropas desajustadas y sueltas al arbitrio del viento, sonrió como nadie pudo haber sonreído jamás en este mundo. En el corazón de Ténetor III se escucharon sus palabras: “Una nueva especie se abrirá al Universo. ¡Nuestra visita ha terminado!”. Y nada más.
 
Nada más.
 
Ante los ojos de Ténetor estaban los ríos que serpenteando en oro y plata se convertían a momentos en las ramas arteriales y venosas que irrigaban su cuerpo. En el rectángulo del visor aparecían sus pulmones delatando el jadeo respiratorio y esto le hizo comprender de dónde habían salido las batientes alas del grifo. Y en una zona de su memoria supo encontrar las imágenes míticas que había visto plasmadas con tanta realidad.
 
Decidió volver a la gruta al tiempo que observaba la cadena alfanumérica que se desplazaba en el borde de la pantalla. De inmediato el rectángulo mostró el movimiento que sus imágenes inducían infinitesimalmente en sus piernas y así penetró en la caverna. “Sé lo que hago” pensó, “¡sé lo que hago!”. Pero esas palabras dichas para sí mismo retumbaron afuera, llegaron a sus oídos desde afuera. Al mirar la pared rocosa escuchó frases referidas a ella... Estaba rompiendo la barrera de las menciones en que se mezclan los distintos sentidos; tal vez por eso recordó aquel poema que recitaba su maestro:
 
: ''“A noir, E blanc, I rouge, U vert, O bleu:''
: ''voyelles Je dirai quelque jour vos naissances latentes.” <ref>REVISAR: Rojo, negro, blanco, verde, azul...</ref>''
 
Luego vio una piedra que abría sus aristas como flores coloreadas y en ese caleidoscopio advirtió que estaba rompiendo la barrera de la visión. Y traspasó cada sentido como hace el arte profundo cuando toca los límites del espacio de la existencia.
 
Tiró hacia arriba su casco y se encontró en el cuarto anecoico, pero no estaba solo. Por algún motivo, la sección en pleno estaba rodeándolo. Jalina lo besó suavemente al tiempo que la impaciencia del conjunto se hizo sentir con fuerza.
 
: –¡No diré nada!, –fueron las escandalosas palabras de Ténetor.
 
Pero luego explicó que se pondría de inmediato a elaborar un informe que no debía ser conocido por los demás hasta que cada uno hubiera hecho su parte. Así se dispuso que, uno tras otro, los miembros de la sección viajaran al espacio virtual puro. Al final se procesarían datos exentos de mutuas influencias y entonces sería el momento de iniciar las discusiones. Porque si ocurría que todos reconocieran el mismo paisaje en el espacio virtual puro, el Proyecto podría realizarse. ¿Cómo llegaría a todo el mundo? Como ha llegado cualquier tecnología. Además, los canales de distribución estaban abiertos por esa red de gente excepcional que estaba más allá de la cáscara externa a que había sido reducido el ser humano. Ahora sabía que existía, que todos los otros existían y que eso era lo primero en una larga escala de prioridades.
 
 
'''¡Nada de apoyo a las colonias planetarias!'''
 
: –Buenos días señora Walker.
: –Buenos días señor Ho.
: –Me imagino que habrá visto el informe de la mañana. Sí, desde luego. También supongo que en la compulsa diaria habrá decidido influir en el tema de las colonias planetarias.
: –Así es, señor Ho. Así es. Nadie en esta Tierra va a apoyar ningún esfuerzo, hasta tanto se acabe con la monstruosidad de que un solo ser humano esté bajo los rangos de vida que todos disfrutamos.
: –Cuánto me alegra escucharla, señora Walker. ¡Cuánto me alegro! Pero dígame, ¿en qué momento empezó a cambiar todo?... ¿Cuándo nos dimos cuenta que existíamos y que, por tanto, otros existían? Ahora mismo yo sé que existo, ¡qué estupidez! ¿No es cierto señora Walker?
: –No es ninguna estupidez. Yo existo, porque usted existe y a la inversa. Esta es la realidad, todo lo demás es una estupidez. Creo que los muchachos de... ¿cómo es que se llamaba?... ¿Algo así como “La Inteligencia Torpe”?
: –El Comité para la Defensa del Sistema Nervioso Débil. Nadie los recuerda, por eso les he dedicado un poema.
: –Eso, eso. Bueno, los muchachos se las arreglaron para poner las cosas en claro. En verdad no sé cómo lo hicieron, pero lo hicieron. ¡De otro modo estaríamos convertidos en hormigas, o en abejas, o en trifinus melancólicus! No advertiríamos nada. Por lo menos durante un tiempo más; tal vez nosotros no hubiéramos vivido esto que estamos viviendo. Sólo lamento lo de Clotilde y Damián y tantos otros que no alcanzaron a ver el cambio. Estaban realmente desesperados y lo más grave es que no sabían por qué. Pero miremos hacia el futuro.
: –Así es, así es. Toda la organización social, si es que se le puede llamar así, se está desplomando. En tan poco tiempo se está desarticulando completamente. ¡Es increíble! Pero esta crisis vale la pena. Algunos se asustan porque creen que van a perder algo, ¿pero qué van a perder? Ahora mismo estamos modelando una sociedad nueva. Y cuando arreglemos bien nuestra casa, daremos un nuevo salto. Entonces sí vendrán las colonias planetarias y las galaxias y la inmortalidad. No me preocupa que en el futuro entremos en una nueva estupidez porque ya habremos crecido y, al parecer, nuestra especie se las arregla justo en los momentos más difíciles.
: –Ellos comenzaron con los programas del espacio virtual. Los armaron de tal forma que todo el mundo quiso ponerse a jugar y, de pronto, las personas advirtieron que no eran figuras planas recortadas. Se dieron cuenta que existían. Los chicos fueron el fermento de algo que seguramente iba a ocurrir, sino no se explica la velocidad del asunto. La gente tomó todo en sus manos, ¡ya lo creo! El final de la historia fue espectacular ya que el ochenta y cinco por ciento de la población mundial, o soñó o vio al león alado, y también escuchó las palabras del visitante cuando regresaba a su mundo. Yo lo vi ¿y usted?
: –Yo lo soñé.
: –Es igual... Por ser ésta la primera vez que hablamos, ¿le parecerá excesivo si le pido un gran favor?
: –Vamos, vamos, señora Walker. Estamos viviendo un nuevo mundo y todavía nos cuesta un poco encontrar formas libres de comunicación personal.
: –¿Me leerá usted sus poemas? Imagino que son ineficientes, arbitrarios y, sobre todo, reconfortantes.
: –Así es señora Walker. Son ineficientes y reconfortantes. En cualquier momento se los leeré. Pase usted un maravilloso día.-->
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Revisión actual - 05:57 28 abr 2018

Esta página informa sobre el libro, si deseas leer su contenido es aquí(leer)
El Día del León Alado, Planeta 1991.

Libro de Silo incluido en Obras Completas Volumen I terminado de escribir en 1991


Descripción

Desde la introducción de Obras Completas Volumen I:

El Día del León Alado, es una serie de cuentos muy cortos, por unos relatos más extensos de trama compleja y por algunas fantasías próximas a la ciencia- ficción. Precisamente de la última de ellas, El Día del León Alado, el libro toma su título. El autor, transitando una vez más por los caminos del experimento literario, nos entrega ahora unos pocos cuentos entre los que destaca por su originalidad.

En los Ojos Sal, en los Pies Hielo. Para los conocedores de su obra, particularmente del ensayo Psicología de la Imagen, el breve escrito que comentamos aparece como una clara aplicación de su teoría de la conciencia a la descripción de un hecho insólito.

Las otras ficciones que componen este volumen tocan desde la conmovedora situación de un líder africano sin salida, hasta la risueña actividad de un superhombre que, utilizando su habilidad gimnástica, termina por vencer a la ley de gravedad.

Video

(Puede verse un cortometraje en el que Silo lee este relato en el siguiente enlace.)

Ediciones

Publicado en Argentina por Editorial Planeta, 1991; en España por Editorial Antares, 1991.

Tiene tres ediciones en italiano con Multimage (incluyendo la de las Obras Completas). Una en inglés de las Obras Completas de Latitude Press y una en catalán .

Versión italiana.Versión francesa.Versión en catalán (2013).

Traducciones

Ha sido traducido en catalán, francés, inglés, italiano y portugués.

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