El Humanismo en las Culturas Americanas

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Ponencia de Javier Maskin en la Casa rusa de la Argentina en el marco de los seminarios "Diálogo entre las Culturas" llevados a cabo entre 1993 y 1994 por el Centro Mundial de Estudios Humanistas.

Transcripción

Agradezco la presencia de todos ustedes. Cuando me hicieron la invitación para hablar acerca el Humanismo en las Culturas Americanas, acepté muy complacido, pero al mismo tiempo me encontré con un problema. Porque hay veces que trasladar conceptos, o analogías, o una imagen del mundo de una cultura a otra, suele ser un poco riesgoso. Después de todo uno mira la realidad desde su propia imagen del mundo. De modo que me pareció que lo más apropiado era introducirnos en el pensamiento de nuestras culturas originarias, no con el ánimo de emitir opinión, sino más bien de comprender y a partir de comprender, establecer lo que se puede considerar como puntos en común o puntos de acercamiento.

A veces los que hemos sido educados en la cultura de occidente tenemos el problema de medir a todos con la misma vara, que casualmente es la nuestra. Entonces tendemos a juzgar, estudiamos para juzgar, cuando creo que es mucho más útil estudiar para comprender y una vez que nos comprendemos, estamos mucho más cerca, más allá que el modo de ver las cosas de unos y otros no sea necesariamente el mismo.

Ahora que vamos a acercarnos a nuestras culturas originarias quisiera relatarles una experiencia que le ocurrió, hace unos años, a un político boliviano. Resulta que este hombre estaba en campaña electoral, iba recorriendo distintas poblaciones del Altiplano con su discurso y, como en su recorrido tenía que pasar por una aldea aymará, se tomó el trabajo de traducir su discurso a esa lengua. Se reunió la gente de la aldea y el político les habló y termino exhortándolos, muy enfáticamente, a dejar de mirar hacia atrás para poder avanzar hacia el futuro. Terminó su discurso, tomó sus valijas y siguió su camino. Y los aymaras se quedaron sorprendidos porque no podían entender qué es lo que este buen hombre había querido decir. A la noche se reunieron los ancianos a charlar y a ver que significaba eso de dejar de mirar hacia atrás para poder avanzar hacia el futuro, porque desde la imagen del mundo de los aymaras esto era una ridiculez total y completa. Uno de los ancianos decía: ¿Es que acaso podemos conocer el futuro?: No, no podemos conocerlo. ¿Y por qué no podemos conocerlo?: Porque no podemos verlo. ¿Y por qué no podemos verlo?: Porque al futuro lo tenemos atrás. En cambio podemos conocer el pasado porque lo tenemos aquí, delante de los ojos, aquí está lo que pasó ayer, allá lo que pasó anteayer, más allá lo que pasó el mes pasado y el año pasado (señalando hacia adelante). Y allá está lo que pasará mañana, el mes que viene, el año que viene (señalando hacia atrás). Entonces resulta que este hombre nos viene a decir que tenemos que dejar de mirar hacia atrás, es decir al futuro, para poder avanzar hacia el futuro, es decir hacia atrás. No, evidentemente, los hombres blancos nunca van a entender cómo es la realidad de las cosas. Si yo quiero describir cómo es esta sala, digamos, puedo decir: aquí estoy yo, después está Roberto, luego la primera fila, después la segunda, la tercera y, finalmente, está el piano y la pared del fondo; pero si aquí estuviese sentado un aymara, diría que primero está la pared del fondo, después el piano, después la primera fila, (la que para nosotros es la última) y así sucesivamente, después está Roberto y finalmente estoy yo. Esta diferente forma de contar, está indicando una diferente concepción del tiempo y del espacio. Aquello que está más lejos en el espacio, es lo que está más lejos en el tiempo, yo soy el tiempo presente, por lo tanto soy lo último que ha ocurrido, por eso me cuento en último lugar... El problema de este político boliviano es que creía que dos idiomas son dos formas diferentes de decir lo mismo, y creía que bastaba traducir su discurso a la lengua aymara para ser entendido por los aymaras. Como había sido educado en la idea de que existe una sola imagen del mundo que refleja la realidad, y es tan obvio que el futuro está adelante y el pasado atrás, jamás se le pudo haber ocurrido que alguien podía pensar una cosa distinta. Por lo general, en nuestras escuelas y universidades, no se nos enseñan que la realidad es un concepto culturalmente situado: lo que es real para una imagen del mundo puede no serlo para otra. Toda cultura se asienta en un andamiaje mítico y religioso sobre el cual construye su personalidad, construye su ciencia, construye su racionalidad, construye su arte, su carácter, y este andamiaje es lo que denominamos imagen del mundo. Si este político boliviano hubiese tenido conciencia de la situación, se hubiese preocupado por traducir a la imagen del mundo de los aymaras y no les hubiera dicho a los aymaras algo que les sonó como una barbaridad. A nosotros nos cuesta mucho reconocer y aceptar que existan realidades diferentes, que existan otros modos de ver las cosas.

Veamos otra anécdota. Una vez de hizo una visita guiada a un jardín botánico. El grupo con su guía, se iba parando delante de distintas plantas y el guía iba explicando de qué se trataba, llegó un momento en que se pararon delante de un Palo Borracho y el guía les explica: “esto es un árbol bombáseo, que se utiliza como adorno y con fines industriales”. Y la gente comentaba: -cómo sabe este hombre. Pero un hombre del grupo dijo: -en la forma de este árbol a mi me parece ver a una mujer encinta; y la gente se alegraba y decía: -este hombre es un sensible, este hombre es un poeta. Pero dió la casualidad que dentro del grupo había un indio toba y dijo: -el poeta tiene razón, el árbol es una mujer en cinta, es nuestro árbol sagrado, lleva en su vientre a un hijo de la tierra y representa el origen y la continuidad de la vida. Entonces, la gente se asustó y dijo: -este es un salvaje, y pagano por añadidura. Claro, la gente alaba al poeta porque piensa que el poeta no cree en lo que dice, se trata de licencias poéticas. Las licencias poéticas son muy bonitas, además son la exepción que confirma la regla, la regla de cómo se tienen que ver las cosas y, como lo importante es que se confirme la regla, las exepciones vienen muy bien. De cualquier manera la gente puede sospechar de los buenos poetas, porque en el fondo todos tenemos la impresión, el presentimiento de que cada exepción destruye la regla. Mientras el poeta no crea en lo que dice, no hay mayor problema. Pero qué pasa si el poeta cree en lo que dice?. Bueno, en ese caso, ya no es más un poeta: es un loco, hay que encerrarlo. El problema con el indio es más difícil porque el indio no solamente cree en lo que dice, sino que además no está loco, entonces ahí se transforma en un elemento desestructurante, pone en tela de juicio, por su propia existencia, nuestra modo de ver el mundo y nuestra convicción de que existe un solo modo de ver el mundo. Vale decir que no solo los criterios de realidad se manifiestan de forma culturalmente situada, sino que los criterios de verdad de manifiestan de forma culturalmente situada. Lo que para el guía era una verdad científica, para el poeta era una licencia poética, para el indio era una verdad mítica. Esos eran los criterios de verdad.

Toda nuestra cultura se asienta en una lógica binaria según la cual las cosas son o verdaderas o falsas, es lo que se conoce como la lógica del tercero excluido. Yo, personalmente, tiendo a sospechar que cuando dos interpretaciones se oponen en forma excluyente son falsas las dos, pero el hecho es que nuestra cultura se asienta el la lógica del tercero excluido. La lógica, para llamarlo de alguna manera, de las culturas originarias de nuestro continente, es una lógica ternaria: es la lógica del tercero incluido, la lógica en que las cosas pueden ser verdaderas, pueden ser falsas o pueden ser inciertas. Y ese elemento de incertidumbre, no solamente es un criterio de verdad, sino que además es un criterio de belleza. Quien haya escuchado música indígena, por ejemplo, habrá oído esos sonidos como indefinidos, que no son un Do, ni un Re ni un Sol sostenido, que andan por ahí oscilando. Esos son los sonidos bellos. Si yo tomo una regla y trazo una recta, podrá ser perfecta, pero no será bella; si trazo una recta con mi mano, no será perfecta, porque será reflejo de mi propia imperfección, pero podrá ser bella, es mi recta. El arte del artista es su arte, es bello precisamente porque no tiene esa perfección fría e impersonal que estamos acostumbrados a considerar como único criterio de verdad. Creo que esta dificultad se nos presenta cuando tenemos que enfrentarnos con alguna persona de nuestros pueblos originarios. Se basa, en el fondo, en que nosotros estamos convencidos en que dos más dos es cuatro. Yo estoy dispuesto a aceptar que dos más dos es cuatro, siempre y cuando se acepte que en la realidad, en el mundo real, nada es cuatro. Si yo digo: “en la tercera fila hay cuatro señores”, el resto de ustedes no recibe ninguna información que les permita hacerse la menor idea de esos señores ( qué son?, cómo son?, quiénes son?, y mucho menos cómo piensan, o cómo sienten). Tengo que hacer abstracción absoluta de cada uno de los individuos, reducirlos, y poder decir: “ahí hay cuatro”. Esa abstracción de la realidad es muy útil a muchos fines prácticos, el problema es cuando uno cree que la abstracción de la realidad es la realidad. Entonces nos encontramos una gran cantidad de sociólogos para los cuales el individuo no existe, sino que es un número que está en una ficha, que pertenece a una estadística, que a su vez está en un banco de datos... son cuatro tipos los que ganan más de trescientos dólares, los que pesan más de cien kilos, pero los individuos, las personas, no existen.

Nuestra ciencia moderna, ha confundido las abstracciones de la realidad con la realidad misma. Se ha asentado sobre la base de un pensamiento abstracto y ha hecho abstracción de todo y de todos y fundamentalmente, de todas las personas. El pensamiento de nuestras culturas originarias, en cambio, es un pensamiento concreto. Y no solamente el pensamiento de nuestras culturas originales.

En lengua tibetana existen 80.000 palabras para definir 80.000 emociones diferentes. La palabra “emoción”, no existe en el idioma tibetano, porque la emoción en general no existe, existen las 80.000 emociones diferentes.

En lengua china si alguien quisiera decir: “la altura de Javier Maskin es un metro noventa”, no lo podría traducir literalmente porque en lengua china no existe la palabra “altura”. Diría: “el alto-bajo de Javier es un metro noventa”, porque desde el punto de vista de la imagen china del mundo, ese metro noventa surge de la comparación de dos magnitudes concretas, el alto y el bajo y no existe como abstracción que se pueda denominar altura. Esta forma de pensamiento concreto no solamente se refleja en el lenguaje, se refleja en toda la organización social. El concepto de justicia en la China tradicional es bastante diferente al concepto de justicia que manejamos nosotros. Mientras que nosotros aceptamos que el derecho es una ciencia, para los chinos es un arte y, la diferencia es que un juez occidental tendrá como tarea aplicar la ley a un conjunto de individuos que son iguales ante la ley (al menos cuando existe democracia se supone que todos los individuos son iguales ante la ley). Un juez chino tradicional, tendrá como tarea decidir cómo tiene que aplicar la ley a cada uno de los individuo que tiene que juzgar, porque si yo cometí un delito y mi vecino cometió el mismo delito, sucede que yo soy yo y, mi vecino mi vecino. El delito que yo cometí lo realicé en determinadas condiciones diferentes a las de mi vecino; los perjudicados por mi delito son distintos a los perjudicados por el delito de mi vecino y el perjuicio causado también fue distinto, de modo que para el juez chino sería totalmente injusto aplicarnos a mi vecino y a mi el mismo castigo. El arte de la justicia es determinar qué le corresponde a cada individuo, porque lo que importa es el individuo y no la abstracción jurídica.

En las lenguas de nuestros pueblos originarios se manifiesta también este modo de pensamiento concreto. Por ejemplo, en lengua mapuche, si quiero decir: “Juan entró en la casa”, y yo traduzco literalmente tendría que decir Juan konuí ruca meu. Konuí = entró. Pero a los mapuches nos les alcanza con decir Juan entró a la casa, porque es necesario saber si el que habla está adentro de la casa y por lo tanto Juan entró de allá para acá, en cuyo caso dirán: Juan kompai ruca meu; o si el que está hablando está afuera de la casa, y por lo tanto el que entró, entró de acá para allá, en cuyo caso dirán: Juan kompui ruca meu, es decir que los verbos mapuches no solo indican una acción sino el sentido y la dirección de la acción, porque “entrar”, en general, no significa nada. Y todavía más curioso es que así como los verbos tienen dirección y espacio, los sustantivos tienen tiempo. Si quiero hablar de la vivienda en la que vivo hoy, diré mule pervum pero si quiero hablar de la vivienda en que vivía anteayer o el año pasado, que no es la misma en la que vivo hoy, deberé decir mule peyen y si quiero hablar de la vivienda en que viviré mañana, que no es la misma que en la que vivo hoy, diré ñi muleam. Tenemos verbos con dirección y espacio y sustantivos con tiempo. Cada cosa ocupa su lugar específico en lo que es el orden general del universo. Esta idea de verbos con dirección y espacio y sustantivos con tiempo, nos habla de una visión de un universo dinámico, en permanente movimiento, en permanente cambio, en permanente transformación y, esa transformación es el principio y fundamento de la ley armónica que precisamente gobierna al universo. A veces con el tema de la armonía se producen algunas confusiones.

Una cultura que tiene una visión armónica de las cosas y de su ubicación en el mundo es una cultura sana. Nosotros a veces solemos confundir sanidad con santidad, no es lo mismo. Si hubiera que ejemplificar lo que significa la ley armónica, es decir la ley de la vida para nuestras culturas originarias, el mejor ejemplo que existe de ellas es lo que nosotros solemos llamar la ley de la selva. Nosotros que por un principio bíblico, no importa la religión que cada uno profese o que no profese ninguna, nos consideramos destinados a someter a la naturaleza. Consideramos que la ley de la selva es la ley del más fuerte, cuando en realidad la ley de la selva es la ley del equilibrio. Si la ley de la selva fuese la ley del más fuerte, lo único que existiría en la selva serían los leones y los leones ya se habrían muerto de hambre. Nosotros acostumbramos a aplicar la ley del más fuerte sobre nosotros mismos, pero eso marca una situación de desarmonía que no corresponde con la ley de la selva. Una selva es un conjunto auto regulado, donde cada uno de los individuos que lo constituye logra desarrollar al máximo sus propias potencialidades, la existencia de cada una de las individualidades dentro de una selva es indispensable para el funcionamiento del conjunto. El conflicto existe, es permanente, pero en ese sentido la selva no hace más que reflejar la ley de la vida, el conflicto es el motor del equilibrio. El conflicto es el motor de la armonía. Esta ley armónica es la que guía el pensamiento de nuestras culturas originarias. Por eso nuestros pueblos aborígenes no entienden demasiado bien cuando se les habla de derechos humanos, tampoco entienden demasiado bien cuando se les habla de derechos indígenas, porque el derecho es el derecho natural, el derecho consuetudinario, es el derecho de actuar conforme a la ley armónica de la naturaleza y conforme a la tradición de los mayores. Es el único derecho. En base a ese único derecho se organizan las sociedades. Esto lo podemos tomar siempre y cuando nos abstengamos rigurosamente de establecer todo juicio de valor. Este es el modo de pensamiento de nuestras culturas originarias.

En principio no tengo porque decir si sea mejor, ni peor, o igual, que el modo de pensar de la cultura de occidente. Sencillamente, digo que es otro. Los indios sioux de norteamérica construyen sus aldeas poniendo las carpas en forma de círculos. Una vez le preguntaron a un jefe sioux, por qué los pájaros hacen los nidos redondos y éste el contestó con naturalidad: -porque ellos tienen la misma religión que nosotros. Eso es concepción armónica del universo.

Yo soy argentino de origen judío, tengo pleno derecho, si quiero convertirme al catolicismo o al islamismo o la religión que se me ocurra, mañana me mudo a Bolivia, China, Francia, adopto la nacionalidad que se me ocurra, me voy a cualquier país árabe y me convierto al islamismo y seré muy bien recibido. Pero si voy a una aldea guaraní y les digo: -Acabo de decidir que creo en Ñamandú; ellos me van a decir: -No, tú no crees en Ñamandú, porque para creer en Ñamandú tienes que ser guaraní. Es decir: todos los guaraníes creemos en Ñamandú quién no es guaraní no cree en Ñamandú.

Nosotros tenemos una conciencia fragmentaria del mundo y de nosotros mismos, pero nuestras culturas originarias tiene una conciencia armónica, donde no existe diferencia ni posibilidad de separación, entre personalidad, ser, religión, sentimiento. Constituye todo una unidad, que hace que para creer en Ñamandú haya que ser guaraní. En lengua mapuche no existe la palabra cultura, pero lo más aproximado a cultura es el término admogeken, que viene a significar algo así como: cara de mapuche, es decir los mapuches son los que tienen cara de mapuche. Es sencillo, nosotros nos hacemos problema por la identidad y cosas así, pero no por la "cara de mapuche".

Esta identidad, esta no separatividad entre todos los elementos componentes de un ser humano y su cultura, lleva por ejemplo al caso siguiente. En el año 1989 se hizo en este país, en la zona de Neuquén, un Congreso Internacional Indígena Americano, y los organizadores les pidieron a los aymaras de Bolivia que les enviaran un grupo de Yatiris, es decir de médicos brujos, sacerdotes, para que oficiaran los cultos a la Tierra. Pero los aymaras dijeron que no, porque los poderes de los Yatiris se limita a su comunidad, fuera de su comunidad un médico brujo es un individuo común y corriente como cualquiera de nosotros, pero Yatiri se es en la comunidad que le corresponde, es decir en su horizonte mítico cultural. Esto es importante tenerlo en cuenta ahora que se han puesto de moda todas las curaciones shamánicas, psicologías shamánicas y cosas por el estilo. Podemos tener la absoluta y total certeza de que cualquier individuo que ande por ahí proclamándose shamán y ofreciendo sus servicios es sin lugar a dudas un farsante. Yo me enfermo, voy al médico, el médico me revisa y me receta un medicamento pero resulta que estoy deprimido y le digo al médico: -mire, yo no quiero tomar eso; y el médico insiste: -usted debe tomarlo, porque su salud... -pero yo no quiero, no quiero y no lo voy a tomar. Me volverá a insistir dos o tres veces más y yo le volveré a repetir que no quiero y al final el médico dirá: - bueno querido, con su salud hace lo que quiere... si no toma el medicamento Ud. se perjudica... Ahí está la principal diferencia entre un médico occidental y un shamán. Si se enferma un miembro de una comunidad indígena, toda la gente de esa comunidad va a sentir que se ha producido una desarmonía, producto de la cual ocurre la enfermedad. Entonces el médico, el brujo, primero realizará su rito de descenso a la morada de los dioses para recibir la sabiduría y la ciencia necesaria, luego hará un rito para que el ánimo de sanar vuelva al enfermo y una vez que halla logrado esto, oficiará sus curaciones concretas. Pero el segundo rito es el fundamental no sólo por el hecho, por todos conocido, de que si uno no quiere sanar no sanará. Lo importantes es que para quienes tienen una visión armónica del universo, uno no tiene derecho a no querer sanar, está transgrediendo la ley. Si uno no quiere sanar, no sólo está ejerciendo un perjuicio para su salud, está ejerciendo un perjuicio sobre todos los que lo rodean, sobre su familia, sobre su comunidad, sobre el universo mismo, que es concebido como un gran acto ritual y, por lo tanto, el aspecto más importante de la curación shamánica es restaurar esa armonía quebrada, restaurar en el enfermo el ánimo de sanar. Una vez restaurado el ánimo de sanar, será posible que el enfermo sane o no sane, eso es ya otro asunto.

Lo importante es que el enfermo se ponga acorde con la ley, no me refiero a la ley de la comunidad, sino a la ley de la vida, que es la fuente de toda razón y justicia para quienes tienen una visión armónica de las cosas. Una vez que el enfermo ha recuperado el ánimo de sanar, se ha restaurado la armonía, el enfermo entonces ha vuelto a ser libre, se ha liberado de aquellas fuerzas de desarmonía. A partir de ese momento podrá seguir viviendo libre o podrá morir libre, pero lo importante es que vuelve a ser libre, libre de ser responsable ante sí, libre de ser responsable ante su familia, libre de ser responsable ante su comunidad, libre de cumplir con el papel que le toca como ser humano en el conjunto armónico del universo, en definitiva, libre de ser lo que debe ser. Ese es el concepto de libertad de nuestras culturas originarias. La libertad es la libertad de ser lo que uno debe ser.

Ahora, si la libertad es la libertad de ser lo que uno debe ser, ¿qué opina una cultura respecto a su vecina?, donde las concepciones son diferentes. En ninguna de las lenguas originarias de nuestro continente existe el concepto de infiel en el sentido religioso. ¿Por qué no existe el concepto de infiel?, por la sencilla razón de que nadie puede ser infiel. Y uno no puede ser infiel, no porque alguien se lo prohiba, sino porque sencillamente eso no existe y, como no existe, es inútil juzgar al respecto. Es decir, que es inútil juzgar. Nuestros pueblos originarios pueden aceptar o pueden rechazar, no juzgan. Tú perteneces a esta cultura, tienes tal creencia y todo lo demás y te va bien con eso. Pues bien, yo tengo la mía. Como no juzgan, y como mantienen firme el sentido del deber ser, han conseguido sobrevivir a 500 años de opresión material y espiritual y han conseguido por otro lado, que nosotros estemos en condiciones de aprender algunas cosas, ante todo aprender a dejar de juzgar.

Si nosotros aprendemos a dejar de juzgar, vamos a poder hacer el esfuerzo, hacer el intento, de que nuestras comunidades humanas puedan desenvolverse también de acuerdo a una ley armónica. Yo hablaba de la ley de la selva, que es una forma, dadas las tradiciones de nuestro país, un poco brutal de decir “ecosistema”, pero en el fondo es lo mismo. Yo creo que cuando abordamos a nuestras culturas originarias, la pregunta que deberíamos hacernos a partir de esas experiencias, esos conocimientos, es: ¿es posible concebir un ecosistema humano? Yo dejo esta pregunta. Gracias.

Pregunta: Ya desde el principio se planteó que hablar de humanismo en las culturas americanas es difícil, porque el término “humanismo” es un término de otra cultura, aún así es posible ver a las culturas americanas, desde el pensamiento humanista y decir ¿hay aspectos que son humanistas y otros que no?

Voy a contestar desde mi punto de vista y dejaré que se responda desde el punto de vista humanista. Creo que sí, que se puede establecer cualquier tipo de relación, respecto al humanismo o a cualquier otra filosofía, siempre se van a encontrar puntos de contacto, pero lo difícil e importante es lograr entender que a una cultura nunca se la entiende desde afuera. Si se consigue mirar una cultura de nuestros pueblos originarios, haciendo el esfuerzo de colocarse dentro de lo que es su propia espiritualidad y, por lo tanto tratar de comprenderlo, no sé si se podrán establecer comparaciones con respecto a la filosofía humanista, pero sí sé que se estará haciendo humanismo.

Pregunta: Mi pregunta surge de la duda de que cuando celebramos el encuentro de dos culturas, de dos mundos, quisiera saber como sucedió que el mundo occidental conquistó (ahora no vamos a discutir el término “conquistó”) al mundo indígena y no en cambio, al revés?

Una vez que llegaron acá, por qué no fueron absorbidos por las culturas originarias?. Bueno, por un lado las culturas más ricas y más fuertes no eran las que parecían más ricas y más fuertes. Cuando llegaron los conquistadores evangelizadores, el imperio de los Incas se derrumbó casi sin mayores dificultades, en cambio las culturas que permanecieron aún bajo el dominio de los incas, mantuvieron sus cultos a la Tierra. Lograron mantener sus cultos hasta el día de hoy. Los conquistadores vinieron acá con la idea de que lo que encontraran aquí era para ellos. Se discutió por mucho tiempo si quienes estaban acá eran seres humanos o no, luego se estableció que sí eran seres humanos cuando se descubrió que servían para trabajar. Pero no hubo la menor voluntad de realizar el “encuentro” entre culturas, de modo que ese encuentro no se produjo.

Intervención: Queremos agradecer ante todo la invitación del Movimiento Humanista. Lo hacemos en representación de la Comunidad Kolla de los Airampos, del cual soy su presidente. A nosotros nos interesa sobremanera esta cuestión. Queremos partir afirmando lo que afirma el Movimiento Humanista, de la constitución de una estructura para expresarse, para participar, trabajar, etc. O sea que encuentra razones, dentro de esta sociedad contemporánea, de presentarse y cubrir un espacio. Por la misma razón partimos nosotros, de estructurar un Movimiento Indio de estructura autónoma. Esta es nuestra labor desde hace unos años y estamos en vísperas de concretarla como movimiento.

Esto por supuesto no fue fácil por la cantidad de desencuentros entre los pueblos indígenas. “Indígena” significa originario del lugar, por eso hemos adoptado esta palabra y, no “aborigen” u otra palabra. La tomamos por una razón política y no por otra razón. Por qué nosotros queremos nuestro espacio, es lo que en alguna medida se ha estado hoy expresando: dentro de las culturas de este continente, existimos los pueblos. Nos diezmaron en algunos lugares; en otros quedamos reducidos a lo ínfimo, pero en muchos lugares estamos vivitos y coleando. Quiere decir que pese a los 500 años, frente al asedio tremendo, frente a la idea de hacernos desaparecer, nos hemos valido de una cantidad de elementos para subsistir y afirmar lo propio.

Además, las culturas no desaparecen, por más intentonas e intenciones que hayan...jamás desaparecen. Las culturas -como bien hablaron ustedes, porque no hablaron de razas, sino de culturas, ya que hablar de razas es instaurar un racismo-, estas culturas, que son diferentes, diferentes porque responden a la geografía, a los lugares, responden a climas, a situaciones... en ellas está presente la existencia del ser humano, porque para poder vivir, subsistir, para poder crecer, recoge todo lo que le brindan los elementos naturales para desarrollar su vida. Para nosotros eso es una cultura: su ciudad, lo político, sus creencias, lo religioso y su territorio. Para nosotros lo que ha pasado, desde el 12 de octubre de 1492 es una invasión, un genocidio, es una evangelización. Como consecuencia de ello aparece el colonialismo y esto trae una total dependencia y las consecuencias contemporáneas. Nosotros pensamos que tomando nuestras culturas originarias, se ofrecen alternativas válidas a la sociedad, a la humanidad. Porque el capitalismo en su esencia, en su constitución es corrupto, el sistema es corrupto, no hay en él humanismo. El sistema por su concepción filosófica es corrupto, y esto lo vemos, está montado sobre eso, sobre la explotación que es corrupción. Por eso es imposible encontrar una salida dentro de la sociedad capitalista, porque dentro de la sociedad están todos los instrumentos sociales, políticos, económicos que le sirven para eso. Por eso decimos que somos una alternativa válida, porque mostramos lo primigenio, lo nuestro, lo comunitario, la vida comunitaria, la vida colectiva, la relación colectiva.

Esta es la profundización, precisamente, de nuestra alternativa a esta sociedad frente al saqueo de sus recursos naturales... Ahí se recurre a los originarios, a los indígenas americanos y a los africanos, que por su estilo de vida tienen mucho para aportar para corrección de todo esto. Entonces para nosotros, toda esta gran confusión que hubo desde el 12 de octubre de 1492 hasta la fecha, ha sido el intento de imponer un sistema y una cultura, y es lo que aún está vigente. Y este sistema que se impone a través de sacar nuestras lenguas, de implantar una religión, la católica fundamentalmente, para sustraer nuestra esencia e imponer la dependencia cultural. Esto no es fácil desglosarlo. Con todo el respeto voy a afirmar de que todo lo que existe en este continente, consciente o inconscientemente, son organizaciones sociales y políticas de dependencia cultural, todas.

Con todo el respeto señalo también que el día que revisemos nuestra historia y tomemos, como dicen acá los hermanos, nuestras culturas originarias, que no quiere decir de ningún modo desplazar a lo que existe acá hoy contemporáneamente, vamos a comprende quiénes fueron San Marín, Bolivar, O'Higgins, Miranda, etc. Ahí nos daremos cuenta que una realidad social, política y económica y todo lo que está en discusión, es el fondo nuestra historia. Entonces es donde aparecemos trayendo nuestro pensamiento de una sociedad comunitaria y colectiva, porque como decía el hermano acá, nuestras sociedades estaban relacionadas totalmente con lo cósmico, con la naturaleza. No había nada que estuviera ajeno a la realidad de nuestra existencia. Nuestra existencia es fruto de la naturaleza, del agua, el sol, el aire, la tierra, todos los elementos. Eso somos nosotros. Esa es nuestra creencia, la de los andinos, la de la Pachamama, que es la madre naturaleza, ahí está nuestra síntesis filosófica y nuestro mensaje político... Fíjense que nuestras comunidades, que responden a una cultura diferente, no tienen nada que ver con la cultura dominante, la cultura de Occidente. En la comunidad tenía ubicación el niño y el viejo. En la comunidad, todos forman parte de su existencia, todos asumen y forman parte de una necesidad de existir, estos son nuestros pueblos...

Este en nuestro mensaje, para afirmarnos, no para excluirnos de esta realidad política y social, sino para sumarnos con lo propio, afirmando nuestro movimiento indígena y para unirnos a las otras organizaciones, porque sabemos que si no nos unimos, el mundo va a su destrucción. Porque este es un planteo que hace el Movimiento Humanista, nosotros lo recogemos, siendo lo nuestro parte de una realidad originaria.

Lo que planteaba el hermano kolla, me hizo recordar que más de una vez me preguntaron si soy indigenista, siempre respondí que no, yo no soy indigenista, porque no hablo de los pobrecitos indios, que necesitan que vayamos a enseñarles, a darles limosna y esas cosas. El indigenismo es el reflejo de un muy cristiano sentimiento de culpa...

Una vez estaba hablando con un hermano pilagá de Formosa y le decía: - qué es lo que yo entiendo que puede significar una ayuda, un aporte, porque soy consiente de la miseria que están pasando los pilagá. Lo que más interesa no es la pobreza sino la grandeza de los Pilagá. Los Pilagá van a salir adelante desde su propia grandeza y no desde la miseria, como para que nosotros tengamos que venir como salvadores. Cuando me preguntan qué es lo que entiendo por derechos indios, digo que se resumen en uno solo: el derecho a ser indio, el derecho a ser como se les dé la gana, como quieran, como su cultura, sus tradiciones y su tierra les haya enseñado a ser, esos son sus derechos. Si los que hemos nacido y hemos sido educados en la sociedad occidental, tenemos interés de acercarnos a nuestros hermanos de los pueblos originarios, con la voluntad de decir: tenemos cosas para enseñar, tenemos cosas que aprender, tenemos cosas para ayudar y tenemos necesidad de ayuda; entonces ese contacto se puede empezar a desarrollar. La mejor ayuda que me parece a mí que podemos dar desde nuestro corazón, es decirles: - hermanos, sean como ustedes quieran ser, yo los acepto como son y no me pongo a juzgar , si está bien o están mal, si son buenos, si son malos, si me gustan o no me gustan, si en las cosas que creen yo creo, si la forma que tienen de trabajar, o de organizar la familia está bien o no. No me parece que está bien o está mal, no juzgo, y como no juzgo podemos ser hermanos. Todos buscamos la unidad, necesitamos la unidad y como paso fundamental hacia la unidad es necesario que hagamos conciente que somos distintos y entonces podremos empezar a unir.

Nuestra sociedad occidental se considera muy democrática e igualitaria porque parte del principio de que todos los hombres son iguales, pero resulta que cuando digo esto, digo que todos los hombres son iguales, siempre y cuando sean iguales a mí. Los que no son iguales a mí, entonces no son tan iguales y por lo tanto menos humanos. Ese igualitarismo abstracto es el fundamento de todo racismo y toda discriminación porque inevitablemente lleva a comparar. Ahora cuando decimos todos los hombres somos distintos y por eso podemos ser hermanos, entonces la discriminación queda de lado.

Pregunta: Me parece que ud. contesta desde el punto de vista filosófico, no tomando en cuanta las condiciones duras, densas de la vida moderna. Por ejemplo ¿qué sucede ahora con las culturas del norte de Rusia?, no quiero comparar el tipo o nivel, pero ellas también son específicas, típicas y no pueden adaptarse a la vida moderna, no pueden vivir cerradas, como culturas cerradas, ellas mueren poco a poco, tienen un problema grandísimo desde el punto de vista humano, cultural. Entonces los rusos tendrían que intentar alguna respuesta, pero no existe, no desde un nivel político, económico, cultural, filosófico. Parece que el destino de esos pueblos es una salida trágica, si comprendemos tragedia como un tipo de filosofía. Se puede morir muy bien, pero esto es muerte, que le parece a usted? La vida moderna obliga a los pueblos a adaptarse a esa vida. No existen niños en los pueblos del norte de Rusia, no nacen.

No puedo opinar sobre los pueblos del norte de Rusia porque no los conozco. Pero en América Latina generalmente se dice que nuestros países son países sub desarrollados. Hay que entender que cuando se habla de “sub desarrollados” no se está estableciendo una comparación de tipo estadística, sino que se trata de un juicio de valor. Es decir: estamos sub desarrollados porque somos sub desarrollados, somos subdesarrollados respecto de aquellos que se presentan como modelo.

En nuestro continente se da la situación curiosa y trágica que desde posiciones que se consideran progresistas, se asumen como propios criterios de valor con los cuales nos juzgan quienes nos oprimen. Con lo cual llegamos a una situación que es sorprendente, protestamos contra ellos porque no nos dejan ser como ellos, queremos liberarnos de ellos para ser como ellos alguna vez. Esto es una tragedia. ¿Qué va a pasar cuando lleguemos a ser como ellos? Hay una vieja parábola que habla de un esclavo que consiguió arrebatarle el azote a su amo y, para sentirse él amo, comenzó a darse azotes a sí mismo, porque ese era el modelo. Entonces cuando nos liberemos de ellos, seremos como ellos y nos explotaremos a nosotros mismos y no habremos resuelto ningún problema.

El problema de nuestras sociedades no es la falta de modernidad, sino el exceso de modernidad, esa modernidad que chupa, absorbe, desangra a nuestras culturas populares, la que no les deja existir, la que no les deja ser. Es cierto que el mundo moderno exige condiciones, pero el problema pasa por ver si uno considera que existe un único camino de desarrollo, o bien si uno cree que es posible que las cosas pueden ser de otra manera. Yo personalmente creo que vale la pena intentar que sean de otra manera. No tomo como modelo a ese primer mundo post moderno, ultra moderno. A veces acá los diarios o algunos partidos políticos discuten si nuestro ministro de economía nos está llevando bien o no hacia el primer mundo; como yo no quiero ir al primer mundo, me da lo mismo que me lleve bien o me lleve mal, no quiero que me lleven, de modo que no participo de esa discusión. Pero lo primero que necesitamos es dejar de juzgarnos como nos juzgan los otros, empezar a juzgarnos y a pensar por nosotros mismos, con nuestra propia cabeza, según nuestros propios criterios. Así podremos decir no, los países de América Latina no son países sub desarrollados, son países cuya naturaleza, cuya gente y cuya espiritualidad, a pesar de todo no se ha dejado someter por la modernidad. La modernidad en nuestro continente se limita a un conjunto de énclaves, mientras que el resto se resiste tenazmente.

Hoy, en los centros ideológicos del primer mundo se dice muy sarmientinamente, que el problema para la humanidad es modernidad o barbarie. Antes se decía: civilización o barbarie. Se han intentado todos los métodos económicos, políticos, todas las formas para hacer de nuestros países, naciones modernas y desarrolladas y hay una resistencia tenaz, no se quiere ser así. Más de la mitad de la población de nuestro continente no es ni se siente parte de las culturas urbano industriales, no se quiere saber nada con todo eso. Cuando no les queda más remedio se hacinan en los suburbios de los grandes centros modernos, pero no porque crean que eso es un pasaje hacia el progreso, sino sencillamente porque es un pasaje para no morirse de hambre. Entonces me pregunto si el problema de estos pueblos del norte de Rusia, tiene solución encarado desde el punto de vista de la modernidad. ¿Qué pasaría si se le preguntara a esta gente: -a ver, cómo quieren vivir, cómo quieren trabajar, cómo quieren producir, cuál es la lengua en que quieren educar a sus hijos, cuál es su religión, cuánto territorio necesitan?: entonces desarróllense con su propio criterio de desarrollo. Y nosotros, digamos, en Moscú, en San Petesburgo, nos seguiremos desarrollando con nuestro propio criterio de desarrollo, que no es mejor ni peor que el de ustedes. Creo que ese podría ser un intento.


Casa rusa de la Argentina - Buenos Aires 04/11/94