Diferencia entre revisiones de «Principio de acción y reacción»

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Revisión del 02:58 23 abr 2018

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“Cuando fuerzas algo hacia un fin, produces lo contrario”.

Segundo de los doce Principios de Acción Válida.

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Explicación

Este Principio destaca que las personas y las cosas tienen determinados comportamientos y que resisten o facilitan nuestros proyectos si actuamos adecuadamente. Cuando movidos por impulsos irracionales, presionamos algo contra su propio comportamiento, observaremos que podrá ceder ante nuestras exigencias, pero la consecuencia a corto o largo plazo, será que volverán efectos distintos a los que queríamos lograr.

El ser humano es forjador de acontecimientos, da dirección a las cosas, tiende a planificar y cumplir proyectos. En suma, se dirige hacia fines. Pero la pregunta es: cómo va hacia sus fines? Cómo hace entender a otra persona la solución de un problema presente: la violenta o la persuade? Si la violenta, ahora o después habrá reacción. Si la persuade, ahora o después se sumarán las fuerzas.

Muchos piensan que “el fin justifica los medios” y obran forzando todo a su alrededor, logrando a menudo resultados exitosos. En ese caso, la dificultad viene después. El fin se ha logrado, pero no se lo puede mantener por mucho tiempo.

El Principio que estamos comentando, se refiere a dos situaciones distintas. En una, se obtiene el fin buscado, pero las consecuencias son opuestas a lo esperado. En otra, por forzamiento de situaciones, se obtiene un “rebote” desfavorable.

Trataremos los dos casos con una leyenda y con una enseñanza.

Leyenda

El viejo Sileno era un sátiro (mitad chivo y mitad hombre), que aconsejaba sabiamente a Dionysios (dios del vino). Su espíritu era profundo y juicioso, pero estaba disimulado bajo una apariencia grotesca.

Por motivo de su aspecto, un día fue capturado, mientras dormía, por unos campesinos. Estos, orgullosos de su presa, llevaron a Sileno cargado de cadenas ante el rey del lugar, llamado Midas. Midas reconoció la naturaleza del sátiro y luego de liberarlo hizo en su honor grandes fiestas y homenajes, rogándole que perdonara a los campesinos por la confusión producida.

El sabio Sileno así lo hizo y quiso además retribuir el espíritu piadoso del rey.

-Pide lo que quieras y te lo concederé -dijo Sileno- pero sé razonable ya que lo que doy no puedo luego quitar.

Entones Midas, pidió al sátiro aquello que durante toda su vida había deseado. Pidió convertir en oro lo que tocara, explicándose de este modo: “Mi reino es pobre pero su gente es bondadosa y unida. Si yo fuera rico, la felicidad sellaría tanto esfuerzo y tanta privación; todo el reino se vería beneficiado por el don de su rey bienamado. Sileno hizo su concesión a Midas y desapareció.

Inmediatamente, las vestiduras que estaban en contacto con el cuerpo del rey se convirtieron en oro. Entonces, Midas comenzó a recorrer sus dominios y a convertir en oro las casas de los campesinos, sus estanques, sus cultivos y sus animales, ante el asombro y el agradecimiento general.

Pero vuelto al palacio esa noche un clamor lastimoso subió hasta él... Los súbditos llegaban con quejas crecientes. -¡No puedo ordeñar mis cabras de oro! -Dijo uno-, y mi familia se quedará sin leche y sin carne. -¡Los cultivos no darán frutos! -Gritaron otros.

Y así fue llegando al rey todo tipo de lamentos.

Midas, meditando la solución del problema escanció vinos y llevó a su boca los alimentos y los frutos. Todo fue entonces de oro y no hubo líquido ni alimento que pudiera tragar. En tal situación su mujer fue a reconfortarlo acariciándolo, pero de inmediato quedó convertida en la más hermosa estatua de oro.

Midas, hizo penitencia invocando a Dionysos para que rompiera el sortilegio de Sileno. Y el buen dios volvió todas las cosas a su principio.

El oro se esfumó, las cabras volvieron a ser cabras, y los estanques volvieron a contener las aguas; los cultivos se agitaron al viento y la mujer del rey salió de su sueño de oro. Entonces Midas pudo comer, pudo beber y agradeció con su pueblo al dios, el haberles concedido la pobreza.

Enseñanza de Buda

Veamos a continuación, la enseñanza referida al “rebote” de la acción: Buda dijo: “si un hombre me daña, le devolveré mi cariño; cuanto más daño me haga, más bondad partirá de mí; el perfume de la bondad siempre llega a mí y el aire triste del mal va hacia él”.

Un hombre insensato insulto al Buda y éste le preguntó: “si un hombre rechaza un regalo dedicado a él, ¿a quién pertenecerá? Y el otro contestó: “en ese caso pertenecerá al que lo ofreció“.

“Bien -repuso Buda-te has mofado de mí, pero yo rehúso el regalo y te ruego que lo guardes para ti: ¿No será esto un origen de miseria para ti?”

El embaucador no contestó y el Buda continuó: “Un hombre perverso que ofende al virtuoso, es como uno que mira al cielo y lo escupe; la saliva no ensucia el cielo, sino que vuelve y mancha a su propia persona.

“El calumniador es como uno que arroja tierra a otro, cuando el viento está contra él mismo; la tierra no hace más que volver al que arrojó y aquel que desea lograr algo que no es para él, obtiene aquello que es para él”.

Bibliografía

El Libro de la Comunidad Edición 2010