Principio de conformidad
“Si para ti están bien el día y la noche, el verano y el invierno, has superado las contradicciones”
Quinto de los doce Principios de Acción Válida.
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Explicación
Este Principio destaca en forma figurada la oposición de las situaciones. Sin embargo, tal oposición podrá ser conciliada si se modifica el punto de vista con respecto al problema.
El excesivo calor del verano, hace pensar compensatoriamente en el frío del invierno y a la inversa. Toda situación difícil hace evocar o imaginar a su antagónica, pero una vez en ella, vuelve la disconformidad. Entonces, la compensación nos lleva a su punto opuesto. Allí donde aparezca el sufrimiento, la compensación se pondrá en marcha, pero no por ello el sufrimiento mismo será vencido.
Es muy distinto el punto de vista y el comportamiento frente a las dificultades, por parte de quien está orientado por un sentido de vida definido. Si alguien cree que su vida tiene un sentido y que todo lo que le sucede sirve a su aprendizaje y perfeccionamiento en esa dirección, los problemas que le aparezcan no tenderán a ser eludidos compensatoriamente, sino que los asumirá descubriendo también en ellos alguna utilidad. El frío del invierno será aprovechable y también el calor del verano y cuando cada uno se presente, esa persona dirá: “¿En qué se oponen las estaciones, si ambas me sirven”?
He aquí una historia que revela esa postura a la perfección:
Relato
Hubo un varón llamado Job, recto y temeroso de Jehová; su prole y su riqueza eran grandes y en todo estaba sujeto a la voluntad de Dios.
Un día vinieron los hijos de Dios a presentarse delante de Jehová, entre los cuales vino también Satán, el maligno. Y dijo Jehová a Satán: “¿De dónde vienes?” Y respondiendo Satán dijo: “de rodear la tierra y de andar por ella”. Y Jehová dijo a Satán: “¿No has considerado a Job, que no hay otro tan justo en la tierra?” A lo que replicó Satán: “Al trabajo de sus manos has dado bendición y su hacienda y sus hijos han crecido. Más, extiende ahora tu mano, y toca a todo lo que tiene y verás si no te blasfema en tu rostro”. Jehová permitió entonces, que pusiera el maligno su mano sobre toda posesión de Job, más no sobre su persona.
Entonces los hijos de Job fueron muertos por unos salteadores; el fuego consumió a sus ovejas, los caldeos robaron sus camellos, y un gran viento derrumbó su casa. Sabedor de todo aquello, Job hizo duelo y cayendo en tierra dijo: “Desnudo salí del vientre de mí madre y desnudo tornaré allá. Jehová me dio y Jehová me quitó, vendita sea su voluntad”. Entonces, Satán pidió permiso a Dios para tocar a Job y Jehová se lo dio a condición de que no tomara su vida. Hirió a Job una sarna desde la planta de su pie hasta la mollera de su cabeza. Y tomaba una teja para rascarse con ella, sentado en medio de ceniza.
Así, durante años la aflicción y la enfermedad cayeron sobre la cabeza de Job, y su mujer de la distancia le gritaba: “¿Aún retienes tu simplicidad? ¡Bendice a Dios y muérete! “A lo que Job respondía: “Recibimos el bien de Dios, ¿por qué no habremos de recibir su mal? Santo es Su nombre y Su voluntad”.
También sus amigos y conocidos se apartaron y fueron numerosos los que habiendo sido reconfortados por él en su momento, le dijeron: “Males y bienes se reparten en la vida pero quien sino un pecador y un hipócrita puede recibir tanto mal. Porque hay malos que gozan beneficios y hay buenos del mismo modo. También malos y buenos reciben la ira de Dios en sus cabezas, pero no hay quienes sufran del cielo tanto mal, a cambio de alabanza, ¿o es Jehová injusto?” A esto respondió Job: “No soy yo quien pueda juzgar los designios de Jehová. El me dio, él me quitó, bendita sea su voluntad”.
Entonces Jehová atendió a Job y aumentó al doble todas las cosas que de él habían sido. Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas y todos los que antes le habían conocido y comieron con él pan en su casa y condolieronse de él y consoláronle de todo el mal que sobre él había Jehová traído; y cada uno de ellos le dio una pieza de moneda, y un zarcillo de oro.
Y bendijo Jehová la postrimería de Job más que su principio, porque tuvo catorce mil ovejas, y seis mil camellos y mil yuntas de bueyes y mil asnas. Y tuvo siete hijos y tres hijas. Y no se hallaron mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra. Y después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos y a las hijas de sus hijos, hasta la cuarta generación.
Y Job, dijo entonces: “Jehová me quitó, Jehová me dio, bendita sea su voluntad”.
Bibliografía
El Libro de La Comunidad Edición 2010
La Mirada Interna, Silo 1972
Ilustración: Rafael Edwards